lunes, 12 de octubre de 2020

La actitud insurgente del hombre espiritual

Imagen de Stefan Keller en Pixabay 


Por: Víctor Salmerón  


¿Qué tiene que ofrecerle el sistema económico vigente a los hombres que no aman el dinero ni están dispuestos a ser vilipendiados para obtenerlo —en general por lacayos ignorantes y fieles a sus amos— y que reconocen el carácter abstracto y trivial de tal institución humana? Desgraciadamente existen muchos hombres y mujeres, debido a su superficialidad y falta de espiritualidad, en el sentido de Marx, que se inmolan irracionalmente al trabajo, deshumanizándose, arguyendo que lo hacen por llevar pan a su mesa cuando en realidad en el fondo es, la mayor parte de veces, para exhibir los bienes objetivos que poseen y, en consecuencia, humillar al vecino. 

 

En la sociedad capitalista, materialista, inmunda y pestilente, un hombre que ame decididamente, más que cualquier otra cosa, a su familia no es un peón ideal. Esta sociedad idólatra de instituciones humanas, empuja a la adoración de los fetiches, demandando de manera egoísta la mayor parte del mejor tiempo del obrero para sí. El obrero que ama con todas las fuerzas de su ser a su mujer y sus hijos y disfruta de su compañía, que lucha por objetivar un proyecto en común, que se esfuerza desmedidamente  por brindar felicidad a su familia y se estremece ante el sufrimiento indecible del otro se siente extraño y descontento en ésta monstruosa sociedad capitalista. 

 

No todos los seres humanos ambicionan oprimir y vivir de la muerte y la des-realización del pueblo. Sí, aunque parezca increíble, pues los niveles de deshumanización son espantosos, todavía existen hombres y mujeres que son capaces de sobrevivir, en esta arena capitalista, sin necesidad de fastidiar  la vida del prójimo. Aún existen hombres   y mujeres que se estremecen hasta rozar las navajas mismas de la depresión por todo el daño que causan las religiones y los políticos usureros y faltos de toda virtud moral e intelectual, parásitos tan difícil de erradicar por culpa, en parte, de sus mismas víctimas. 

 

En esta sociedad capitalista, amante de la muerte y de todo lo nocivo, el que sigue las demandas más profundas de su espíritu, el hombre espiritual, contrariando así este régimen económico, asesino de toda virtud y promotor de la viveza y la injusticia, no le espera un futuro muy dulce. Alguien me alertó una vez, probablemente con buena intención,   que no estudiara filosofía pues me moriría de hambre, hoy me doy cuenta en verdad de lo que me dijo; sin embargo me mantengo tozudo y no me arrepiento en ningún momento de mi decisión y si fuera posible volver a nacer, estudiaría filosofía, la ciencia del ser, a pesar de todas las implicaciones que esto conlleva. 

 

El desprecio por los bienes subjetivos es algo característico de esta época.  El verdadero revolucionario,      que necesariamente tiene que ser espiritual, es el que ve los defectos de su sociedad y no absolutiza dogmáticamente sus paradigmas, sino que los desafía. Para lograr objetivarse plenamente el sistema económico vigente, intenta, y pienso que con éxito, arrebatar los bienes subjetivos, los espirituales. Es por eso que la mayoría de sujetos intenta encontrarlos en los objetivos. Una buena casa, un buen coche o un cargo público no hace virtuoso a una persona. La verdadera revolución, consiste en emanciparse no sólo de las condiciones objetivas de opresión, sino que además liberarse de la ideología que rige a este sistema repugnante.  

 

            

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho el artículo, me he sentido identificado como ese ser que se hunde en la miseria psicológica e intelectual,ahogado por la presión de éste sistema capitalista y materialista, que como bien dices, resulta repugnante, saludos.

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