Toda ganancia es, en último término, plusvalor. |
1.1 El planteamiento del problema
1.1.2 Mundo como totalidad de sentido
1.1.3 La teoría de los campos, ¿una superación de la teoría de las
instancias?
1.1.6 El sistema económico capitalista
1.1.8 Determinaciones del capital
1.1.10 Medios de producción y salario
1.1.11 El producto deviene mercancía
1.1.13 Dinero dos más ganancia
La importancia del trabajo vivo, como exterioridad
5. Bibliografía
1.1. El planteamiento del problema
Sostener dogmática y apasionadamente que alguien puede existir
sin sus progenitores o que alguien es hijo de sí mismo resultaría ser, sin
duda, una estupidez; sin embargo, como es del dominio de eruditos e
iletrados, los burgueses y apologistas del sistema capitalista afirman, sin
considerar lo ridículo que suenan, que el valor se agota totalmente en la
mercancía y que su valía depende únicamente de las meras preferencias
subjetivas; alabándose con ello de haber separado y resquebrajado la lanza
que el capitalismo lleva bien empotrada y que sigue zahiriendo su orgullo,
que de hecho la recibió en su plena juventud.
Es evidente que con esa lanza se quiere hacer alusión a Marx, el
único filósofo y economista que hirió al capitalismo en su corazón, de cuya
lesión, a pesar de varios arrestos inútiles, no ha podido recuperarse ni lo
hará.
Aquel, sin pretender soslayar en ningún momento las demandas más profundas
de su espíritu, esgrimió su mejor razonamiento en contra del capitalismo (en
El Capital); su crítica penetrante, como una furiosa lanza de guerra
disparada por un enemigo de altura y con vocación al campo de batalla, se
abrió, éticamente, espacio entre las carnes putrefactas y las fibras más
sensibles que constituyen a ese sistema puerco; penetró inclusive hasta su
esencia, su corazón, por lo que así mismo comprometió su lógica interna, su
cerebro; las pretensiones de aquel no fueron para nada fetichistas, pero sí
éticas.
Escribir sobre el trabajo vivo en esta época casi consumida en su
totalidad por el fetichismo y la superficialidad posmoderna más aberrante,
no es sólo ensayar a cerca de una simple categoría teórica, una fracción de
narrativa, un mero ejercicio de galimatías o de retórica barata; por el
contrario, su análisis es indispensable si se quiere adquirir un sentido más
genuino de lo que es la economía.
Surgen, pues, dos interrogantes, bastante justas por supuesto: ¿Qué es el
trabajo vivo para Marx?, ¿qué importancia tiene dicho concepto dentro de su
sistema teórico? Pero para adquirir una noción más adecuada, que le
haga justicia a la jerarquía de esta categoría, es preciso hacer un
paréntesis y explicar otras categorías, necesarias para aclarar el problema
ya aludido y, por lo mismo, poder lograr obtener una visión más auténtica de
su naturaleza.
Algunas de éstas categorías que, con fines puramente teóricos, se pretende
aclarar son: totalidad, campo y sistema; por otro lado se vuelve imperioso
decir algo, por somero que pueda parecer, sobre las determinaciones del
capital y, por último, sobre el capital industrial. Veamos, pues, si podemos
definir con éxito en qué consiste cada una de ellas y así precisar más este
asunto.
1.1.1 Totalidad
Se parte de la idea de que existe necesariamente una totalidad que antecede
a todo otro ente o sujeto; en esta totalidad se justifica todo lo que
existe; de lo contrario las cosas se volverían abstractas, inconexas y sin
ninguna relación; ésta no necesita ser demostrada como un objeto óntico, tal
como demanda Popper, para que sea aceptada como concepto digno de estudio;
no es un hecho observable, estamos dentro de ella.
Como no podemos salirnos del mundo y observarlo tal como se hace con un
objeto cualquiera a la mano, no se puede hablar de la totalidad como un
objeto para el análisis empírico, sí para el ontológico.
Si no hubiese una totalidad, nada de lo que existe podría justificarse,
seríamos un cúmulo de entes inconexos y sin ningún sentido. Kant
se rindió y no pudo demostrarla. Hegel, como sabemos, piensa que sí, pues
estamos dentro de ella, se puede conocerla al final del largo y tortuoso
proceso de la conciencia para lograr por fin alcanzar el conocimiento
absoluto.
Esta totalidad, como dije, es el mundo. Por tanto, en adelante, cuando
hable de totalidad me refiero al mundo; mundo y totalidad son sinónimos.
1.1.2. Mundo como totalidad de sentido
El mundo es una totalidad de sentido. Es decir, es el conocimiento
cotidiano, defectuoso la mayor parte de veces, que tenemos de las
cosas.
El mundo, hay que precisar, no es lo mismo que el planeta tierra, como
cuerpo celeste o un mero ente, es algo con sentido, algo que se relaciona
con el ser humano. Éste no es el mismo que el cosmos.
Esta distinción, importantísima, a nuestro juicio, la hace la
Filosofía de la Liberación; en el orden de la realidad es más grande el
cosmos, pero en el orden existencial, es decir, de la experiencia cotidiana
del ser humano, es más el mundo que aquel.
El cosmos, conjunto de entes o cuerpos conocidos o por conocer, es, en
parte, conocido e introducido en el mundo. El mundo es una totalidad de
sentido abierta cuyo sentido es ampliado gracias al operar teórico y
práctico —en el nivel mundano— del ser humano.
Dado la infinita complejidad del mundo, un amasijo de toda clase de cosas,
imposible de ser asimilado por el ser humano, aquel no puede ser aprehendido
en su conjunto; es por ello que el ser humano realiza ciertos recortes
teóricos o epistemológicos, como dice Dussel, los cuales permiten tener una
comprensión más adecuada de dicha totalidad.
1.1.3 La teoría de los campos, ¿una superación de la teoría de las
instancias?
Como el mundo es una totalidad que desborda la capacidad cognitiva de un
sujeto, por su grandeza y complejidad, no es posible comprenderlo en su
compleción, pero si se toma una porción de aquel y se le abstrae entonces
empieza a tener más sentido.
El campo, pues, no es más que una porción de la totalidad del mundo
significativo. Éste campo por ser una fracción está delimitado y por tanto
hay ciertas prácticas que no pueden justificarse dentro de él.
El concepto o categoría de campo se concebirá tal como lo interpreta Dussel
de Pierre Bourdieu. Una cosa hay que aclarar: no existe un solo campo,
existen muchos, pero no están aislados, están interconectados. Pues en
nuestro accionar cotidiano nos movemos en diversos campos, inconscientemente
la mayor parte de veces.
A estos recortes epistemológicos se les denomina técnicamente como
campos. Esta teoría, sostiene Dussel, es significativa porque permite
superar la teoría de las instancias, que reduce todo a la infraestructura y
superestructura, es decir, la clave estriba en dominar la economía; la
política y la ideología son aspectos derivados de la
infraestructura.
De esto, como es fácil colegir, la más afectada es la política. Esta visión
economicista, reduccionista y simplona, no parece que se pueda seguir
sosteniendo más, la realidad es mucho más compleja de lo que pensó el
Socialismo Real.
La teoría de los campos, que fue elaborada y desarrollada por Pierre
Bourdieu, es más rica y no cae en el simplismo pedestre de Louis Althusser,
apologista de dicha teoría, quien, como se sabe, se atrevió, gracias a la
seguridad que le daba su inteligencia, a escribir un libro para leer El
Capital, el cual él nunca había leído, como lo dice en su
autobiografía.
El ser humano se mueve dentro de estos campos o mundos particulares. El
mundo está constituido por una enorme cantidad de campos: el campo político,
económico, estético, familiar y muchos otros.
Cada campo tiene un lenguaje, y cuando escuchamos, por ejemplo, la palabra
“diputado” rápidamente la situamos dentro del campo político. Estos campos
están interconectados, no son realidades completamente abstractas. El
económico puede determinar al político y el político puede determinar al
económico.
Cada campo está compuesto por sistemas, en general siempre existe un
sistema dominante dentro de cada campo. A pesar de ello, en un campo hay
espacio para más de un sistema.
1.1.4 Tipos
El campo económico está compuesto por sistemas e instituciones. A
los que estudian y se especializan en ese determinado campo, técnicamente se
les llama economistas. Y cuando se piensa en él, se viene naturalmente a la
mente los conceptos de dinero, bancos, compra y ventas, ricos, pobres y
muchos otros consonantes a dicho campo.
En el campo económico hay más de un sistema. El sistema económico
Capitalista interpreta los términos ya mencionados desde su propio horizonte
de interpretación.
El Sistema socialista, los comprende también desde su propio
horizonte hermenéutico. Todos esos términos deben ser definidos
rigorosamente dentro de un sistema, que es una totalidad pero en otro
sentido.
Pero esos términos forman parte de la experiencia cotidiana de todas las
personas; entran en la experiencia cotidiana; no son extraños a la
experiencia ordinaria. En este campo, sin ser expertos, la mayoría de
personas activamente o pera y se mueven en él.
El campo político, como espacio de acción humana, es también
significativo y esencial para las personas. El campo, como porción del
mundo, es una totalidad compuesta por sistemas, instituciones y prácticas,
pero éstas no lo agotan sólo son momentos de la totalidad que está
constituida por aquellos.
Este campo, el político, también está constituido por sistemas e
instituciones que posibilitan su existencia. El campo político puede estar
institucionalizado por el sistema liberal, filosofía política y jurídica
que, ante todo y sobre todo, escuda, de una forma definitivamente
compulsiva, la libertad individual, la igualdad —algo quimérico— ante la
ley, y una deflación del poder del Estado; limitar, lo más que se pueda, la
intervención del estado en las acciones humanas individuales parece ser un
mandamiento inviolable y sagrado.
A saber, con esta concepción se le ofrece la libertad negativa a la clase
dominante y dominada, con ello evidentemente se le transfiere el poder real
a los individuos que gozan de un mejor estatus social, y deben ser ellos los
responsables de su accionar y no el estado, aquel debe limitarse solamente a
observar pasivamente como descuartizan a la clase trabajadora y la esquilman
legal pero no legítimamente; por tanto, gracias a la libertad negativa, la
acumulación desmedida de capital está permitida y no se le puede impedir a
ningún individuo que lo siga acrecentando aun cuando sean unos pocos los que
lo acumulan y a veces de forma arbitraria.
Por otro lado, el sistema socialista es un sistema político y éste,
contrario al liberal, sí pone el énfasis en la comunidad, en lo colectivo y
no tanto en lo individual, pero no totaliza, al menos no en teoría, alguno
de esos momentos.
Pero estos campos no están aislados, están interconectados. El campo
económico puede determinar al político o el político al económico.
En las elecciones sea de alcaldes, diputados o presidenciales, por ejemplo,
los que colaboran económicamente en las campañas con los candidatos que
buscan lograr un cargo político, esperan que los políticos elegidos, si
logran acceder a la instancia de dicho poder, los favorezcan a ellos, pues
colaboraron económicamente.
Ambos campos según Dussel, el político y el económico, se determinan
mutuamente, la determinación económica va ser material y la política
formal.
Con esto, se desmorona totalmente la teoría de las instancias propuesta por
el marxismo normal o “estándar” como lo llama Dussel; la teoría de los
campos brevemente esbozada, parece ser más adecuada para analizar la
totalidad, la cual se debe analizar desde la inteligencia dialéctica[1]. No hay últimas instancias. Hay para Marx, determinaciones determinantes
determinadas.
Así que el campo político, familiar, filosófico, religioso y todos los
otros son sólo momentos de la totalidad o el mundo, y aquella, por denso y
rico que el campo sea, no se agota en alguno de ellos, sino más bien
aquellos la expanden, la enriquecen y la densifican.
Sin ellos la realidad del mundo significativo, ojo, no el cosmos o el
planeta tierra como meras determinaciones fenoménicas u objetivas, sería
menos mundo y más reducido para realizar u objetivar las demandas más
profundas del espíritu humano.
Pues si el mundo significativo, el que se domina teórica y prácticamente,
es más pequeño, las tecnologías serán más exiguas y con ello se vuelve más
cruenta y escasa la posibilidad de una vida digna para los exteriores al
sistema, totalidad, vigente.
1.1.5 La idea de sistema
El sistema es un conjunto o serie de elementos en relación, formando así
una totalidad de sentido. En una totalidad cada elemento está puesto de una
manera que lo que hace tiene sentido.
Tiene sentido, entonces, un sistema si cada elemento que lo conforma está
efectuando, con sentido, lo que se supone que debe hacer. La madera, los
clavos, el martillo y el serrucho, si no hay algo que los estructure en una
relación teleológica, no forman un sistema.
Cuando todos los elementos sean puestos a funcionar para determinar,
que es una negación como lo sostiene Spinoza, la madera como mesa o como
puerta entonces hay un accionar sistemático. Los sistemas económicos y
políticos, como sabemos, generan prácticas sociales, comportamientos y fines
bien específicos.
Sin embargo, el hecho de que exista un sistema con una totalidad de sentido
no significa que aquel sea beneficioso para todos. Ese sentido puede ser
ético y antropológico o definitivamente fetichista cada sistema, por
excelente que sea, tiene una negatividad y en ellos, naturalmente, reside la
verdad de ese sistema.
1.1.6 El sistema económico capitalista
El campo económico actualmente es dominado por el capitalismo, lo cual no
indica que no pueda darse otro tipo de sistema, los hay, pero son pequeños
bolsones los cuales, como el capitalismo antes de dominar el campo
económico, son como fantasmas y, por tanto, invisibles para el ojo y el
juicio someros, que es lo que más abunda en los círculos ligeros.
Sin embargo, se pueden dar sistemas de auto producción, pero debido a la
aparente grandeza del sistema económico actual, aquellos no aparecen. El
Capitalismo que para permanecer en el espacio y el tiempo tiene que
sacrificar secularmente a una desaforada cantidad de hombres y mujeres y a
la naturaleza misma, se afirma como una realidad absoluta, como una realidad
insuperable, la posibilidad de abrirse para cambiar sus prácticas hediondas,
fetichistas y asesinas no es algo que se prevea en el horizonte, por el
contrario aumenta su soberbia y gracias al fenómeno ideológico y falaz de la
globalización hace creer a las mayorías de su intocabilidad y divinidad,
pero esas pretensiones de intocabilidad y divinidad, no pueden seguir siendo
sostenidas.
Como es sabido, la libertad de circulación es solo para ciertas
formas del capital, como el financiero, que es fácil de universalizarlo (los
bancos, como es del dominio público, pueden estar en muchos lugares sin
mayor dificultad) y el mercantil, la Coca-Cola está, prácticamente en todos
los países de la tierra.
El capital industrial, como es sabido, es mucho más complejo de mundializar
y en parte les conviene a los capitalistas que sea así. Sin
embargo, para la fuente creadora del capital, los seres humanos, que no son
siempre los que están dentro del dominio del capital, pues en Estados Unidos
parte de la clase trabajadora está constituida por sujetos provenientes de
países dependientes cuyo trabajo vivo, porque le beneficia más a la empresa
pues invertirá en sujetos como esos menos capital variable, es subsumido por
la mayoría de empresas, esa libertad está restringida.
Este sistema se rige por un criterio bien específico: el aumento de
la tasa de ganancia; esa es la racionalidad; esa es la totalidad de sentido,
sin aquella pierde su razón de ser.
Por ese motivo, para hacer uso de un ejemplo que está ocurriendo
actualmente, la pandemia de COVID19 ha puesto al descubierto la debilidad de
este sistema, no es solidario, el criterio básico de éste depredador de vida
humana es el aumento de la tasa de ganancia; la vida de los seres humanos
que hacen posible su dominio dentro de este campo económico, no es
prioridad.
1.1.7 ¿Capital o capitalismo?
Pues bien, conviene hacer otra pequeña aclaración, por somera que pueda
parecer a muchos doctos, antes de ir mas afondo con este lacónico trabajo.
Hay que tener bien presente una cosa: el capital no es lo mismo que el
capitalismo.
El capital como capital existe desde que apareció el salario; se piensa que
en la antigua Mesopotamia y Egipto ya había salario, lo cual sugiere que el
capital tiene más de cinco mil años.
El capitalismo, como vimos, surge cuando éste se convierte en el sistema
dominante dentro del campo económico. Es preciso decir otra cosa: no toda
determinación del capital es capital, es capital cuando entra en la espiral
económica.
El dinero como dinero, si no se pone en un determinado ciclo, no es
capital. A medida se vaya avanzando, se aclarará esta idea.
1.1.8 Determinaciones del capital
Cuando se habla de capital se habla del todo, del concepto. Pero el capital
tiene una esencia o concepto el cual está constituido por una serie de
determinaciones, que son los contenidos de las diferentes categorías; si se
las domina, se sabe el ser de algo, en este caso, el ser del capital; para
Marx y Hegel la determinación es algo muy simple: la forma —en el sentido
aristotélico— o momento constitutivo de una cosa (Dussel, 2013,
pág.100).
Es preciso, con el fin de evitar cualquier equívoco, señalar que una
categoría no es lo mismo que un concepto. Un concepto es el todo, es el
contenido general, mas la categoría es un momento del concepto, es el
momento analítico, pero el concepto es dialéctico.
Según Enrique Dussel, el capital puede comenzar su movimiento (en espiral)
por cualquiera de sus determinaciones, las cuales tienen contenidos
semánticos o conceptos que se transforman en categorías de interpretación o
hermenéuticas (Dussel, 2013, pág.100).
Las diferentes determinaciones, delimitadas como categorías de
interpretación ciertamente, determinan el contenido del capital que es el
todo, el concepto.
1.1.9 Dinero
Por ser la determinación privilegiada del capital, el dinero, mercancía
universal equivalente a toda otra, puede ser el punto de partida de un
determinado ciclo, en espiral, del capital, no es necesario que empiece por
allí, pero es lo más común.
Así el dinero, que en las manos del capitalista es negado en su
momento positivo o fenomenológico, que es el momento positivo inicial, dando
paso, por tanto, a una nueva totalidad positiva en la que, como queda claro,
ya no es más la mercancía equivalente a toda otra mercancía.
El fenómeno inicial, una vez que entra en los planes del capitalista,
desaparece, sin ser negado completamente sólo en su aspecto positivo o
fenoménico, y se manifiesta posteriormente en forma cualitativamente
diferente: en materias primas, máquinas y salarios.
1.1.10 Medios de producción y salario
Pues bien, de ser dinero como dinero, aquel pasó, después de la negación de
su realidad positiva por parte del burgués, a ser medio de producción más el
salario que pagará cabalmente y sin ningún tipo de injusticia, según los
criterios básicos del capitalista, al obrero; sin embargo, al trabajo vivo,
aunque quiera no lo puede comprar pues ningún precio, por jugoso que sea,
puede pagar la infinita dignidad del ser humano.
El capitalista —que, como se sabe, sin querer beneficia a las grandes
mayorías mediante la realización de sus fines más egoístas
y avaros, es lo que hace posible que la sociedad en su totalidad
mejore y crezca, como dicen, los sacristanes de Adam Smith, a saber, los que
sostienen la teoría, vulgar teológica, de la “armonía pre-establecida” o
peor aún la del “derrame”— entra al mercado y compra la materia prima, los
medios de producción, los instrumentos y máquinas, a saber, el capital fijo,
que sirve para modificar las materias primas y determinarlas como
algo con valor de uso y valor de cambio, en el proceso, —que lo ideal sería
lo más rápido posible—, de trabajo.
Además, como una mercancía más que se compra en el supermercado, se lleva
la única mercancía que puede ofrecerle el obrero: su capacidad de trabajo,
capital variable, a quien le pagará el mínimo, es decir, a penas su fuerza o
capacidad de trabajo; lo que indica irónicamente que el plus-valor, creación
desde la nada del capital, pues no le cuesta un centavo (es plus trabajo en
el plus tiempo no remunerado) , no es pagado, es, en palabras más
precisas y acentuando el carácter anti-ético de la acción, robado
o sustraído de una forma que no causa escándalo, pues el
excedente, que en el capitalismo es el plus-valor, permanece
oculto y si no fuera por un análisis teórico serio, como lo hizo Marx y como
lo pretendemos hacer ahora todos los que seguimos los pasos de aquel gran
pensador crítico, que le dio la estocada final al capitalismo en su plena
juventud, de todos los tiempos, no se advertiría como no lo
hacen los economistas capitalistas fetichistas; al trabajador,
entonces, sólo se le provee los bienes y servicios que le permitan
sobrevivir, cosa que ya es una forma sutil y cobarde de
violencia, pero no para que acumule.
La madera (o cualquier otra materia prima), por ejemplo, será
modificada —gracias a la capacidad de trabajo del obrero, su única
mercancía, y mediante el uso de las tecnologías a mano— y determinada
material y formalmente en un producto delimitado: una mesa, una puerta, etc.
Será, para que pueda servir de algo, un producto con valor de uso y valor de
cambio.
1.1.11 El producto deviene mercancía
Ahora bien, los medios de producción gracias a la objetivación de vida del
obrero y las tecnologías, son negados, de esa negación, que es una
determinación, aparece el producto, a saber, la mesa.
Determinando la madera como mesa, por lo menos en acto, le impiden la
posibilidad de ser algo diferente; la madera tiene, antes de determinarse
como mesa, un sinfín de posibilidades de llegar a ser muchas cosas, pero no
puede, lógicamente, ser todas al mismo tiempo.
El capitalista, como es natural, después de que el producto ha sido
determinado como algo diferenciado lo toma y lo pone en el mercado, el mundo
de las mercancías, lugar donde los fenómenos aparecen, pero abstractos, pues
lo que está detrás de ellos no aparece; se manifiesta lo mejor de las
mercancías. Una vez puesto el producto en el mercado, se transforma en
mercancía.
Se las toma, de manera irresponsable, como una realidad y se las
des-relaciona de su creador, el obrero, que objetiva su vida en los
diferentes productos que realiza.
Al ser puesto en el mercado el producto, diferenciado como mesa, fabricado
por el trabajador es negado y deviene, como ya dije, mercancía, algo con
valor de uso y de cambio, pasa a formar parte del mundo del mercado como un
fenómeno, una mercancía, pero ya no cambiando cualitativamente, pero sí
categorialmente pues ya no es un mero producto, es ya mercancía, está en su
mundo.
1.1.12. El momento fetichista
La mayoría de personas cuando ve la mercancía en el mercado, ve la cosa
allí, determinada como una cosa específica. Sin embargo, lo que se ve es el
fenómeno es el momento positivo de una determinación del capital que va en
marcha buscando el telos final: aumentar el valor.
No se puede ver el momento negativo, el del capital productivo, sólo se
puede llegar a reconocerle si se trasciende el fenómeno y se le encuentra
dentro de una totalidad concreta, el fenómeno es pura abstracción, no se le
puede encontrar sentido, y si adquiere un sentido será falso, pues su verdad
es el ser un momento de una totalidad no terminada y no mostrada en el
instante del juicio.
Si el juicio de alguien, de la naturaleza que sea, se agota en el
momento positivo del fenómeno, es decir, se limita a pensar que lo que se
presenta es algo concreto y real y sin ninguna relación a otra cosa, si ese
juicio no trasciende lo positivo y no abstrae conceptualmente al fenómeno y
no lo sitúa dentro de una totalidad de sentido para verlo en su movimiento
y, además, en su lógica interna, es fetichista.
Pensar, entonces, en el valor de la mercancía y olvidar el momento
industrial y la objetivación de la vida del obrero es fetichizar la
determinación positiva del capital, el fenómeno no es el resultado de sí
mismo sino de un sujeto que objetivó su vida, pensar que la determinación
positiva en el mercado tiene valor en sí misma es tomar a la cosa como
persona y la persona como cosa.
La incapacidad de no poder ver más allá de la mercancía, hace a una persona
caer en fetichismo. No es que los fenómenos sean mágicos o estén cargados de
puro engaño, es la incapacidad cognitiva del ser humano de situarlos dentro
de una totalidad; de hacer así, se tendría una comprensión
más adecuada del mundo de las mercancías y del mundo en
general.
1.1.13. Dinero dos más ganancia
Cuando en el mercado, la totalidad aparencial, es vendida la mercancía, es
negada como mercancía y en su lugar aparece el dinero que fue negado al
comienzo del ciclo del capital. Pero ahora ya no como el dinero negado al
principio, sino como dinero dos más la ganancia.
El primer dinero es uno; los demás serán dinero dos, tres, cuatro,
etc. Sin embargo la ganancia que obtiene el capitalista no aflora
de la nada. Si al trabajador se le pagara todo su trabajo, que no tiene
ningún precio pues su dignidad es infinita por ser la fuente creadora de
todo valor, aquel no tendría ninguna ganancia.
El salario, que es sólo el pago del tiempo socialmente necesario para
que el obrero se mantenga con vida y sobreviva y no pueda acumular, es un
insulto a la dignidad y a la vida del trabajador que ha sido objetivada para
crear la riqueza de unos cuantos.
Pero, por obvia que sea esta injusticia, la mayoría de seres humanos son
incapaces de advertirla; y como, una gran mayoría de ellos, no tienen la
necesaria cultura y no han meditado lo suficiente sobre la
gravedad de la cuestión, no pueden indignarse, verse objetivamente y darse
cuenta de la posición tan indigna en la que están.
En éste proceso dialéctico del capital ¿qué fue lo que permaneció, lo que
se mantuvo intacto a pesar de las negaciones por las que pasó cada una de
las diferentes determinaciones? Lo que se mantuvo y no perdió identidad
consigo mismo fue el valor.
Cuando el dinero, los medios de producción, y todas las otras
determinaciones fueron negadas el valor siempre transitaba y se mantenía en
cada momento del capital. En simples palabras: en cada momento positivo y
negativo de la determinación el valor estaba allí.
Cuando el dinero deja de ser dinero, porque su positividad o su ser
aparencial ha sido negado, y se convierte en medios de producción, el valor
se conserva y no desaparece. El valor siempre mantiene la identidad consigo
mismo.
Es por eso que se le considera, al valor, como la esencia del capital, pero esta esencia no es algo pasivo y estático, es esencia en el sentido de Hegel, y para él es algo dinámico compuesto por tres categorías fundamentales, a saber, existencia, fenómeno y realidad.
Para aproximarse de manera más correcta y tener una mejor comprensión de lo
que es el valor es preciso, a mi juicio, demostrar que éste está compuesto
por tres determinaciones. La primera determinación es la utilidad. Una cosa o un satisfactor es útil si su contenido puede ser consumido por
el ser humano y, en consecuencia, no dañarlo sino beneficiarlo.
A demás, el valor es algo que es producido por el ser humano. O como lo
llama técnicamente Dussel la “productualidad” (Dussel, 2013). Los mangos de un árbol en un collado no es un mero
producto. Hay producto solo cuando el ser humano, mediante su trabajo
físico y mental, ha modificado la naturaleza para obtener un
satisfactor.
Al hacer dicha actividad, el ser humano va transformando la naturaleza en
cultura, por tanto el producto es algo cultural no sólo natural. Cuando el
ser humano produce su alimento, entonces hay productos, sin el ser humano no
hay productos. Sin seres humanos, hay, por ejemplo, frutos, pero no habría
nadie que las constituyera como satisfactores.
Es producto, lo que es hecho por el ser humano, que no sólo es natural,
sino un producto cultural. Por último el valor
es algo intercambiable. Se intercambia el producto que, en el mercado, se convierte en
mercancía.
Por tanto, con base al lacónico análisis realizado sobre las
determinaciones cardinales del capital, se
puede determinar que la
esencia de éste es el valor que transita por todas sus
determinaciones.
Es, como dice Marx, el valor que se valoriza. Así que antes de
querer atacar el capital, con medidas y propuestas que a veces producen una
irresistible risa, es preciso saber que es; de lo contrario, como
suele pasar con muchos revolucionarios, se le puede confundir, como lo hacen
los sindicalistas, con una de sus determinaciones.
Además, la ganancia del capital, como vimos —sobre lo cual volveremos con
más intensidad en el próximo apartado—, no aparece de la nada, todo valor
acumulado es vida humana objetivada. Admitir que la ganancia del capital
surge de la nada, es seguir el ejemplo de los capitalistas
fetichistas.
Así que si el obrero se da cuenta de que es robado y no actúa para
impedirlo, le guste o no, es igual o peor fetichista que el burgués que lo
oprime.
2. Trabajo vivo
Soltamos el primer trallazo diciendo lo siguiente: toda ganancia sea comercial, industrial, de interés o de la naturaleza que sea es, en último término, plusvalor.
Atribuir el valor, como lo hacen los sacristanes y los monaguillos del
capital, a la mercancía, —la antesala del reencuentro entre la producción y
la circulación o casi el final del movimiento de un capital cualquiera—, es
separar al trabajo vivo, el fundamento, y absolutizar
el momento positivo: la mercancía, la apariencia.
Es un acto de innegable fetichismo, pues es afirmar infundadamente la
realidad de un término al margen de uno de ellos, lo cual no se puede
justificar teórica ni prácticamente. El trabajo vivo es, sea que les
agujere o no interiormente a los burgueses,
la condición de posibilidad de cualquier forma de capital.
¿Qué es el trabajo vivo para Marx? A juicio de Enrique Dussel:
“el concepto de trabajo vivo (y la categoría del mismo nombre) es el más simple, el punto de partida, el "desde-donde" Marx despliega todo su discurso” (Dussel, 1994, pág. 205).
Es por ese motivo que:
…desde las primeras lecturas que realizara Dussel hacia 1977 de los borradores escritos por Marx entre 1857 y 1858, que hoy conocemos como Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, nuestro autor advirtió que la categoría que permitía generar todas las restantes en el marco de la crítica de la economía política era precisamente la de trabajo vivo (Teruel, 2018, pág. 3).
En la “Ponencia presentada en el Congreso de Filosofía, Santa Clara Cuba),
noviembre de 1987” intenta demostrar que aquella es su punto de partida.
Es verdad que Marx no tuvo plena consciencia de la importancia de dicha
categoría, sin embargo aquella estuvo muy presente explícita o tácitamente
en toda su vastísima obra.
Su importancia es innegable ya que Marx la menciona
en cinco de sus principales obras: en
los Grundrisse, El Urtext, en los Manuscritos del 61-63, en
los Manuscritos del 63-65, y en el libro I de El
Capital.
Es verdad que en cada uno de esos trabajos su definicion se ve un poco
alterada, pero más que todo en su aspecto gramatical que en lo esencial; al
principio era rígidamente definida, al final, en El Capital, se convierte en
un tema un poco más fácil de captar y, por lo mismo, mundano.
La importancia del trabajo vivo, como exterioridad
La importancia que tiene la categoría de exterioridad es doble. Por un
lado, irrumpe en el mundo marxista como una luz que pretende iluminar la
confusión y las tinieblas que dominan monárquicamente los diversos marcos
conceptuales marxistas; por el otro se presenta como una categoría
superadora; superadora en cuanto pretende ir más allá de la
categoría fundamental de occidente: la Totalidad.
Como se sabe, los intérpretes de Marx sostuvieron que, a pesar de lo
problemático que se puede volver justificarlo, es la totalidad la categoría
marxiana fundamental. Entre estos podemos encontrar, por ejemplo,
a autores como György Lukács, Karel Kosík y Ernst Bloch.
Dussel, desde sus coordenadas teóricas, pretende ir más lejos que aquellos. Para él, por el contrario, será la categoría de exterioridad la que proporciona la clave hermenéutica para tener una nueva visión sobre el discurso de Marx (Dussel, E. 1988, pág. 55); además;
"la 'exterioridad' del trabajo-vivo con respecto a la 'totalidad' del capital es la conditio sine qua non para la comprensión total del discurso de Marx" (Dussel, E. 1988, pág. 64).
Es por eso que heterodoxamente sostiene Dussel lo siguiente:
Nuestra pretensión consiste, contra toda la tradición de los intérpretes de Marx, en afirmar que la categoría por excelencia de Marx no es la de "totalidad" sino la de "exterioridad" [...] Nuestra pretensión consiste en indicar que el análisis ontológico del capital [...] del "valor" que se "valoriza", sólo es posible a partir de una posición crítica (que hemos llamado metafísica: más que ontológica). [...] La "exterioridad" es la condición práctica de la crítica a la "totalidad" del capital (Dussel, E. 1988, pág. 365- 366).
Para justificar su postura Dussel tiene que vincular a Levinas y Marx tal
como lo nota Flavio Hernán Teruel, ya que:
…la categoría de exterioridad, por un lado, le pertenece a Levinas, sin embargo, ha sido elaborada y resignificada por la filosofía de la liberación (Dussel, E. 1993a, pág. 72). Levinas, en su obra Totalidad e infinito, sitúa la exterioridad en un ámbito trans-ontológico desde donde irrumpe el Otro como origen de la interpelación ética en el encuentro cara-a-cara exigiendo justicia (Teruel, 2018, pág. 4).
Dussel además nota que:
“Marx, por otra parte, ubica el trabajo vivo como el no-capital, como la nada fuera del capital, anterior al contrato entre capital y trabajo (Dussel, E. 1993a, pág. 72)” (Teruel, 2018, pág. 4).
La simplicidad de dicha categoría estriba en que no posee determinaciones.
Pero a pesar de ello constituye el núcleo central del discurso de Marx y
debe, si se quiere tener una economía a la altura de la demanda ética, ser
el punto de partida de toda economía. En palabras de Dussel:
El capital es la totalidad dada, pasada, trabajo acumulado. El trabajo vivo es actualidad creadora (de la nada del capital) del valor actual; corporalidad viva, subjetividad como actividad, otra que el capital, exterioridad” (Dussel, E. 1988, pág. 370).
La importancia del trabajo vivo es incuestionable ya que:
...como "fundamento" del valor del producto, el capital es, simplemente, la suma del capital constante y del variable (precio de costo). Es decir, igual "trabajo objetivado" hay en el capital variable inicial (en el salario) que el generado en el tiempo necesario para reproducir la "capacidad" o "fuerza de trabajo". Todas estas cantidades son equivalentes: proceden del "fundamento" del capital [...]. Pero el "trabajo vivo" es una causa generadora que constituye el valor del producto por sobre y por fuera de ese "fundamento". El "trabajo vivo" es así la "fuente" (más que "fundamento") que "crea" (y el concepto de "creación" debe distinguirse de la mera "producción" desde el "fundamento" del capital) plusvalor (ya que del valor total debe sustraerse el valor de la fuerza de trabajo que sólo se "produce" desde el "fundamento": reproduce el salario o el capital variable), desde la nada del capital (es decir: desde ningún valor presupuesto). El "trabajo vivo" pone en la realidad valor que surge "desde-más-allá", (trascendentalidad, exterioridad, anterioridad) del "ser" del capital (Dussel, E. 1990, pág. 376-377).
Según Dussel:
Desde la "exterioridad" del "trabajo vivo" (que no es la "capacidad de trabajo" ni tampoco la "fuerza de trabajo", denominación que Marx no usa hasta 1866 con seguridad), desde la pobreza (el "pauper" como usa escribir Marx) de la persona, subjetividad, corporalidad, del trabajador como "Not-capital" (Nicht-Kapital), trascendental entonces a la "totalidad" del capital, el "trabajo vivo" es "subsumido" (la "Subsumtion" es el acto trans-ontológico por excelencia que niega la exterioridad e incorpora al "trabajo vivo" en el capital) en el "proceso de trabajo". Es desde este horizonte que Marx, rápidamente, se plantea el problema de cómo aparece "más valor (Mehr-Wert)", y por ello descubre por vez primera en su vida, la cuestión del "plusvalor". (Dussel, E. 1994, pág. 227).
El trabajo vivo como no-capital es una nada. Dussel nos dice que:
…para Marx el sujeto de trabajo, el hombre, no como asalariado o trabajo subsumido por el capital sino como hombre, cuando no ha vendido su trabajo al capital, es una figura, es un "fantasma" que no existe para el capital. Puede vivir o morir: al capital ni le va ni le viene. Simplemente es "nada". En este sentido transontológico (o lo allende al horizonte de la totalidad del capital), el hombre como hombre que no trabaja actualmente para el capital es la "exterioridad", lo que está "fuera", la "nada acabada". Claro que, cuando es incorporado al capital como "trabajo asalariado", se transforma ahora en "nada absoluta", porque ha dejado de ser un hombre autónomo para transformarse en un momento del capital, de otro, alienado, vendido, negado. (Dussel, E. 1988, págs. 367-368).
Con esto se puede ir viendo claramente que:
el trabajo vivo es el hombre de carne y hueso, de músculos y deseos, de necesidades y fantasías; es la realidad de la subjetividad humana como exterioridad y anterioridad al capital como totalidad (Dussel, E. 1990, pág.51) (Teruel, 2018, pág. 6).
Como es de presumir la existencia del capital, aunque los lacayos del
sistema lo nieguen, supone en términos generales menos vida para el trabajo
vivo. Es evidente que:
La negación del otro, del trabajo vivo en su carnalidad (abstractamente), y de la comunidad de personas como lugar de la producción (concretamente), permite la constitución del capital; y esto por un doble movimiento. Por una parte, el otro, el pobre, el trabajador como exterioridad, es negado y subsumido en el capital como asalariado. Por otra parte, en concreto y por la disolución de los anteriores modos de apropiación y producción, el trabajador, aislado de su comunidad de origen, es subsumido individual y privadamente por el capital (Dussel, E. 1993b, pág.101).
Ahora bien:
Después de lo expuesto podemos concluir que "trabajo vivo" tiene múltiples significaciones en el pensamiento de Marx. Es un concepto amplio que se refiere, sin embargo, a una estructura originaria de su pensamiento, aunque de manera implícita. El concepto de "trabajo vivo" Marx lo usa frecuentemente pero sin conciencia explícita de ser una categoría fundamental. Viene a su pluma sin haber sido constituida claramente. Es la categoría más absolutamente simple desde donde brotan todas las demás (sea por afirmación de un aspecto, sea por su negación) (Dussel, 1994, pág. 214).
Con Dussel podemos llegar a la conclusión que:
…el valor y el plusvalor solo es producido o creado, dado el caso, por el trabajo vivo; no hay otra posibilidad de producir o crear valor por fuera del trabajo vivo ni en el capitalismo ni en ningún otro modo de producción pasado o, lo que es más significativo, futuro. Y esto constituye una hipótesis arriesgada. Por otro lado, que dicho trabajo vivo cuando en el marco del trabajo asalariado es subsumido en el capital, guarda este siempre una exterioridad respecto de la totalidad del capital; i. e., la subsunción no es absoluta. Es precisamente esa exterioridad la que es capaz de poner en cuestión la totalidad del sistema capitalista. El reconocimiento de ese margen de exterioridad al capital constituye el punto de partida para el ejercicio de una praxis de liberación, una praxis que en este caso consistiría en la eliminación de la relación social que explotación que el capital supone (Teruel, 2018, pág. 9).
Lo que sigue puede sonar escandaloso e incluso hasta necio a un economista
fetichista, que ya se le hizo somático convivir con las apariencias
mientras desprecia, sin razón, los fundamentos de dichas apariencias.
3. El capital industrial
El capital industrial, según enrique Dussel en su libro 16 Tesis de Economía Política, está compuesto de tres esferas cardinales: el proceso de
producción, proceso de circulación y el proceso de
realización (Dussel, 2013, págs. 144-150) .
En la primera el trabajo vivo juega un papel determinante, ya que en dicha
esfera el trabajo vivo es introducido en el proceso de formación del
capital. Aquel es incrustado y deja de ser exterior a él y se convierte en
una determinación más del capital.
En ese momento se da una inversión de términos, el ser humano, la nada
creadora, se convierte en cosa y el capital es tomado como un sujeto, la
idolatría se hace más aberrante y asquerosa.
Lo más grave es que el capital cree, sin mostrar signo alguno de
pudor, que puede comprar, como se compra una lata de sardina o un
cartón de huevos en el mercado, al trabajador, sin embargo sólo compra su
apariencia, su fuerza de trabajo, no el trabajo vivo; pues su dignidad es
invalorable, es una pretensión increíble intentar comprarlo.
Este es el creador del valor con plusvalor; es la fuente que
actualiza el mundo del capital. Antes de ser parte del capital es mera
potencia cuando entra en contacto con los medios de producción es que deja
el mundo exterior y pasa a ser un eslabón más de la cadena de este sistema
constantemente sitiado por los fantasmas de su propia autodestrucción.
El producto que crea el obrero tiene valor y plus valor y es,
por paradójico que suene, creado desde la nada del capital.
El plusvalor es el fundamento de la ganancia, deviene capital gracias a
la actividad de la acumulación.
Si se olvida al trabajo vivo, todas las otras categorías que conforman el
marco categorial capitalista quedan en el aire, sin fundamentación.
Se vuelven autorreferentes y las aguas del fetichismo se salen de su cauce
e inundan todas las áreas dominadas por el capital. Es por eso que a la
mayoría no les resulta extraño ni les repugna en absoluto decir que “éste
producto tiene intrínsecamente x cantidad de valor” (Dussel, 2013, pág.
146) cuando en realidad el juicio debería enunciarse de esta manera:
“este producto contiene x cantidad de vida objetivada que es lo que
denominamos valor” (Dussel, 2013, pág. 146).
Como se mencionó el plusvalor, sería justo tratar de explicar en qué
consiste.
El plusvalor en realidad es el valor, vida objetivada, no remunerado del
trabajo realizado del obrero que crea un plusproducto. Según enrique Dussel:
El plusvalor, abstracta y postuladamente, debe ser igual a la suma de todas las ganancias (y aún a la renta del suelo si lo hubiera: R del Esquema 7.02). Este es el concepto de la cuestión: el trabajo vivo es el único que crea el plusvalor que aparece fenoménicamente en formas diferenciadas de ganancias. La economía capitalista, en cambio, toma a las diferentes formas de ganancias como fruto de los diversos tipos de capital; dichas ganancias se le aparecen ficticiamente como si fueran creación auto-referente del mismo capital surgida desde el mismo capital (para Marx pretensiones de creaciones de la nada) ) (Dussel, 2013, pág. 150).
En la segunda esfera, el proceso de circulación, el producto es
llevado y puesto en el mercado y en ese preciso momento deviene mercancía.
Antes de entrar en los dominios del mercado, el producto no es,
categorialmente hablando, mercancía.
El mercado es el mundo, el espacio-tiempo, que cada vez se vuelve menos
material, donde los fenómenos del capital se manifiestan. Es el espacio
donde las mercancías compiten por volverse hegemónicas.
En todo caso, no sólo radica en ponerlas en su mundo, es requerido, si ha
de tener éxito, que el precio —el valor de una mercancía expresada en
dinero o, dicho más fácilmente, un
valor equivalente a un valor de cambio de todos los productos— del
producto, algo cultural y no meramente natural, sea menor al plusvalor o la
ganancia.
El capitalismo, con una irresponsabilidad de proporciones nefandas, ha
construido todas sus categorías económicas, como lúcidamente lo advierte
Dussel, desde los dominios del mercado y, fetichistamente, olvida a su
creador; parte desde la institución del mercado e ignora al creador de
aquella, su fundamento.
La vida subjetiva del obrero queda in-visibilizada por “el proceso
cognitivo fetichista que absolutiza las fases de circulación y olvida las
de producción” (Dussel, 2013, pág. 148). Es decir aquel queda reducido a una mera
determinación más del capital, su dignidad es pisoteada, pero como está
alienado es incapaz de advertir semejantes atropellos.
En la tercera esfera, el proceso de realización del capital, “el
plusvalor que aparece como ganancia se realiza finalmente como
plus-capital”. El error de la economía capitalista consiste básicamente en
considerar, sin mayor fundamento para hacerlo, al plusvalor como mera
ganancia; sin analizarlo en su esencia.
Como es un sistema de inagotable fetichismo, no resulta extraño que tome
como real la apariencia, la ganancia y deseche vulgarmente al fundamento, el
plusvalor, creado en la fase previa de producción por el trabajo vivo,
inmolado al fetiche, al dios de este siglo: el capital.
Es evidente que lo mejor que sabe hacer este sistema, inmundo y pestilente,
es fetichizar la ganancia, algo completamente relativo como todo lo central
en el capitalismo, y ocultar a su fundamento, a su a priori; el trabajo vivo
y su creación el plusvalor.
4. El trabajo vivo: como el creador del
plusvalor, robado al obrero y repartido entre el capital
industrial, comercial y financiero
El trabajo vivo es el fundamento, el a priori, del capital industrial,
comercial y financiero. Para fraseando a Dussel, el capital industrial
obtiene ganancia industrial, el mercantil obtiene ganancia mercantil, el
capital financiero saca una ganancia del interés, que es ganancia
financiera.
El interés de un banco es plusvalor no pagado, quizá de una fábrica
recóndita de África o Asia; es casi imposible encontrar relación por la
distancia y se cree que esa ganancia surge del capital, pero no es
así.
Todos estos capitales, se distribuyen el plusvalor que crean los obreros;
el
plusvalor está detrás de todas las ganancias, inclusive de las del
interés; ninguno de esos capitales, por más que así se piense o se crea, pueden
crear valor. Este es el único, como ya se vio arriba, que crea plusvalor, el
cual aparece fenomenológicamente en varias formas, pero el sistema vigente
intencionadamente toma las diversas formas de ganancia como fruto de las
diversas formas de capital.
El valor es, por definicion, objetivación de vida humana, es
requerido que un número bien grueso de hombres y mujeres estén dispuestos a
ofrendar secularmente sus vidas, sea generando plusvalor relativo o
absoluto, para mantener este sistema a flote. Pero como la fetichización se
ha profundizado tanto, es casi imposible ver la relación significativa que
existe entre el trabajo vivo con el valor que es su efecto.
El trabajo vivo es la sustancia del valor, pero debido a la
idolatría inherente que domina en el espacio y el tiempo donde el
capitalismo domina, aquel se vuelve invisible al superficial.
Si en economía no se toma como punto de partida al trabajo vivo, a saber,
la fuente creadora del capital desde la nada del capital, entonces se tendrá
una economía necrófila, partidaria de la muerte y de todo lo pernicioso para
la vida subjetiva y objetiva, como de hecho es toda la economía
vigente.
Para ponerlo fácil: toda la economía capitalista contemporánea, por
entregarse al mundo de las apariencias sin ningún tipo de vergüenza por su
falta de objetividad, es fetichista. El trabajo vivo debe de ser, no
por cuestiones ideológicas, sino por una demanda ética de altura, el punto
de partida y el punto de llegada del capital, pero los economistas modernos,
que son fetichistas y lacayos del capital, no ven esas categorías.
El fetichismo, término que les queda a la medida a los burgueses, consiste
en elevar un término y olvidar la relación, el cuarto predicamento de
Aristóteles. La relación, como es clásicamente planteado, está compuesta por
cuatro términos, elevar uno y olvidar los otros es un evidente fetichismo.
En ese sentido:
Negar el trabajo vivo como la fuente creadora desde la nada del capital, desde la nada porque el capital sólo paga la capacidad o fuerza de trabajo ( aunque su pretensión es que paga el trabajo vivo, pero no lo hace), que le posibilita al trabajador adquirir los supuestos objetivos para seguir objetivando más vida en el ciclo del capital, pero no el trabajo vivo, que crea en el plus tiempo más valor, vida objetivada, de lo que el capital le paga, implica necesariamente que el valor del capital se origina de sí mismo. Esto, como sabemos, es ridículo (SALMERÓN, 2020).
El capital de ser una mera cosa, un medio para afirmar la vida de
todos, se convierte en un sujeto cuya esencia es el valor que se valoriza.
Mediante el sacrificio y martirio secular del obrero, le da su vida a una
cosa y aquella deviene sujeto y la persona que es la fuente creadora del
valor y con una dignidad in-pagable deviene cosa.
El capital, es el fetiche, el dios dominante en esta época; los ha habido
en todas las épocas, pues los sacrificados no son unos cuantos
hombres y mujeres; es la mayoría de seres humanos en la tierra. Negar
por tanto la divinidad del capital, es un acto de evidente ateísmo.
Ante la divinidad ramplona y trivial del capital, todo el mundo, por
dignidad y amor a la humanidad debe, sin guardarse ningún esfuerzo,
declararse abiertamente atea. Y si es necesario luchar para poner la
economía y la política a caminar con los pies, no los de barro, hay que
arriesgarse, pues, como pobres, es poco lo que se va a perder, y mucho lo
que se va a ganar; las futuras simientes lo agradecerán o no.
Bibliografía
Dussel, E. (1994). trabajo vivo y filosofía de la liberación latinoamericana. Obtenido de CLACSO:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20120422102907/11cap10.pdf
Dussel, E. (2013). 16 Tesis de Economía Política. Buenos
Aires: Editorial Docencia.
Dussel, Enrique. 1988. Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los
manuscritos del 61-63. México: Siglo XXI Editores/UAM.
Dussel, Enrique. 1990. El último Marx (1863-1882) y la liberación
latinoamericana; un comentario a la tercera y cuarta redacción de "El
Capital". México: Siglo XXI Editores.
Dussel, Enrique. 1993b. Las metáforas teológicas de Marx. Estella
(Navarra): El Verbo Divino.
Dussel, Enrique. 1994. Historia de la filosofía y filosofía de la
liberación. Bogotá: Nueva América.
SALMERÓN, V. (17 de JUNIO de 2020 ). ¿Marx científico? Obtenido de AraInfo: https://arainfo.org/marx-cientifico/
Teruel, T. H. (marzo de 2018). La categoría marxiana de trabajo vivo: lecturas latinoamericanas. Obtenido de Revista en línea de la Maestría en Estudios Latinoamericanos
FCPyS–UNCuyo:
file:///C:/Users/vsale257/Downloads/926-Texto%20del%20art%C3%ADculo-2373-1-10-20170513.pdf
[1] Ver el libro de Filosofía de la liberación de Enrique
Dussel,
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20120227024607/filosofia.pdf
Extraordinario
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