introducción
Nietzsche (1844-1900) fue un pelo en la sopa. Sobre su inteligencia no
queda ninguna duda y de su posterior locura menos. De él se puede decir
que fue un filósofo plenamente lúcido y plenamente loco.
Comúnmente es considerado,
por su visión filosófica, como representante digno de Schopenhauer, al que
posteriormente superaría por mucho en coherencia e inteligencia. Su niñez
trascurrió de manera muy ordinaria, lo realmente extraordinario era su
descomunal inteligencia. Su padre era un pastor protestante, luterano, y
como consecuencia la educación de él fue excesivamente piadosa. De niño
deseaba convertirse, como su padre, en un ministro, quería ofrecer su vida
al Señor; sin embargo todo eso fue desechado cuando gracias a David
Strauss reconoció que la divinidad de Cristo era una falsedad, de allí en
adelante su irreverencia no tuvo límites y su ateísmo no menguó en su
estatura. Por su brillantez en 1889, fue designado como profesor de
filosofía en la universidad de Basilea, lo curioso es que fue antes de
obtener su doctorado. Veamos pues que se puede decir sobre este
importantísimo pensador.
Escribir sobre el trabajo teórico de Nietzsche no es una cosa fácil. Fue
un pensador asistemático. Consideraba, como lo dice en el Ecce Homo, no
muy honrados a los sistemáticos, es más, casi siempre escribió sus obras
más famosas aforísticamente; en ocasiones algunas de ellas no se pueden
considerar aforísticas, sino más bien como simples comentarios sobre
diversos temas. En todo caso para hacer más inteligible esta pequeña
reflexión podríamos resaltar tres periodos de la vida intelectual de
nuestro autor. Estos periodos pueden ser categorizados de la siguiente
manera: la etapa de filósofo provocador, la del filósofo teorético y, la
más principal de todas por las obras que de ella surgieron, la del
filósofo radical.
filósofo provocador
El Nietzsche temprano fue influido enormemente por Schopenhauer en lo
filosófico y en lo artístico suscribió con Wagner. Schopenhauer fue un
filósofo, como casi todos, bastante raro. En general, como lo nota
Russell, los filósofos suelen ser optimistas, ese no es el caso suyo.
Comparado con Hegel o Kant, filósofos reconocidos por su basta erudición,
él no fue un académico desbordado, pero ciertamente poseía algunos
atributos que le permitieron ocupar un puesto digno en la historia de la
filosofía occidental; está en el medio. Si no los iguala en erudición,
ciertamente no se queda atrás en ego. Digamos algo muy lacónico sobre este
pensador.
Schopenhauer, a grandes rasgos, sigue la línea de Kant. Quien fue
continuado por Fichte y Hegel, pero éstos viendo ciertas imprecisiones
dejadas por aquel aprovecharon y llevaron su pensamiento hasta las últimas
consecuencias. Kant, bastante timorato, retuvo la cosa en sí, pero sus
discípulos se deshicieron de ella, lo cual convertía en el conocimiento
fundamental a la metafísica. Ese no fue el caso de Schopenhauer, quien
retuvo la cosa en sí, pero la identificó con la voluntad. Para él en pocas
palabras todo cuerpo incluso el propio es su voluntad.
En este sentido el cuerpo
solo es la apariencia de lo realmente verdadero: la voluntad. El
pensamiento suyo en su conjunto desembocó en un pesimismo total aunque
bastante insincero según Russell. Nietzsche suscribe con él, pero no en su
pesimismo.
Fue en esta etapa cuando se dedicó ávidamente a la lectura de Schopenhauer. Su filosofía lo impactó de una manera sorprendente. Gracias a la lectura que hizo de su maestro, le permitió generar una interpretación bastante lúcida del arte griego, en específico el de la tragedia. Según Nietzsche ésta poseía dos elementos principales: lo dionisiaco y lo apolíneo. Lo dionisiaco, que hace referencia al dios Dionisos, se expresa en la música, el coro y la danza; es una desenfrenada y etílica manera de afirmar la vida; representa la desproporción, lo inacabado; esto personificaría el mundo como voluntad de Schopenhauer. Por otro lado, lo apolíneo, en referencia al dios Apolo, que se manifiesta principalmente a través del diálogo se asocia además con la verdad, la armonía, la poesía, la claridad y lo bello y toda aquella apariencia perfecta. Además representa la individuación, la forma y el mundo como un sistema armonioso y coherente, con sentido y unidad. Ambos extremos se necesitan y se determinan recíprocamente, al final ambos salen victoriosos, la medida y la desmedida son necesarios. El elemento Dionisos es lo que posibilita el cambio, es lo renovador. Esto en un momento coexistía armoniosamente, pero, según las conclusiones a las que llegó nuestro filósofo, fue Sócrates, foco de su crítica más descarnada, el principal culpable de que dicha armonía se haya resquebrajado. Sócrates, por su inagotable decadencia, afirmó la realidad apolínea y mancilló y negó lo dionisiaco, y de allí en adelante surgió una tradición a favor claramente del primero. Nietzsche no oculta su preferencia por
Dionisos,
él sostuvo que lo dionisíaco en su forma más pura es la auténtica
realidad. Si comparamos a Nietzsche con Platón podemos decir que Apolo
representa el mundo de las ideas y Dionisos el mundo sensual, el único
verdadero a juicio suyo. Para Platón el ser es el mundo de las ideas, pero
para Nietzsche es la vida, el mundo sensual, representado por Dionisos. En
su trabajo El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, la
más filosófica y sistemática por cierto, confirmó su carácter de
provocador. La academia tenía grandes expectativas acerca de ese joven y
talentoso filólogo, sin embargo esta primera obra, en la cual dejó bien
plasmada su visión aguda y crítica de la historia pero también sus más
profundos prejuicios, demostró que dichas expectativas eran
infundadas.
En este periodo entabló una amistad muy profunda con Wagner. Nietzsche
amaba la música y también componía de manera decente, pero defectuosa
comparado con su amigo. Ambos estaban persuadidos de la creación de un
nuevo ideal artístico y en la formación de un nuevo tipo de hombre. Sin
embargo, después de una riña muy acalorada debido al Parsifal, que lo
consideraba muy cristiano, todo vínculo de amistad entre ellos quedó
completamente roto. Después de dicha contienda él se dedicó a criticar con
una ferocidad descomunal, que rozaba casi lo insano, a su antiguo amigo,
tanto fue su animadversión que lo llegó a acusar de judío. Fue un hombre
demasiado emocional y no se guardaba casi nada, sus máximas fueron
constructivas o destructivas.
Filosofo teorético
La segunda fase de Nietzsche se caracteriza por la adopción de una
actitud positivista e ilustrada. Sus trabajos teóricos son más rigurosos y
con pretensiones, por decirlo así, científicas. Al acercarse a las obras
de esa época, suena como uno de esos ilustrados, que se jactan de estar
libres de los prejuicios ordinarios que dominan a las almas someras y
vulgares. Se dedica a demoler como es natural a toda forma de metafísica y
ensalza con grandilocuencia el conocimiento frío, ese que caracteriza a
los hombres y mujeres libres de los dogmas religiosos infundados. En esa
etapa da la sensación de que se está leyendo un ilustrado francés. Esto
resulta paradójico, pues al comienzo de su vida erudita criticó sin
misericordia de ninguna índole a Sócrates por ser un intelectualista; al
final terminó siendo lo que criticaba, pero esa faceta de su vida quizá
sólo era una máscara. Durante este periodo escribió Humano Demasiado
Humano en 1878, y La Gaya Ciencia en 1882. Es evidente que eso no duró
mucho. Tiempo después viene el último Nietzsche, el más peligroso e
incómodo.
Filósofo radical
En esta última etapa las ideas que desplegó en su juventud vuelven a resonar pero con mayor fuerza estética y radicalidad filosófica. De esta época surgió Así Habló Zarathustra (1883-85), su obra más famosa y quizá la más importante de todas; en el Ecce Homo reconoce que ese libro es el mayor regalo que le ha hecho a la humanidad; también en ese periodo, de luna de miel para la literatura filosófica, en 1887, escribió Más allá del bien y el mal, La Voluntad de Poder y La Inocencia del ser. Es de recalcar que después de estas grandes obras, poco a poco se fue nublando su razón hasta desembocar en el colapso mental que sufrió, en 1889, del que no se volvería a recuperar. Sería injusto, como hacen muchos filósofos religiosos, tales como Hirscheberger, infamar y despreciar la obra de Nietzsche por haber sido escrita por un espíritu enfermo.
Es evidente que, comparado con los filósofos más grandes que ha tenido Alemania, él no fue un compulsivo sistemático. Seguramente no lo quiso o no lo pudo hacer, eso no quita la profundidad de su pensamiento y la fuerza de su corriente. Es difícil, considerando las diferentes máscaras en las que este autor se escondió la mayor parte de su vida, sistematizar su pensamiento, pero si se tiene que buscar un concepto en su filosofía que dé sentido y unidad a sus múltiples trabajos filosóficos se debe de asentir que es el siguiente: la voluntad de poder. Es el núcleo de su pensamiento lo demás, sin menospreciarlo, es pura corteza.
Nietzsche no era filósofo, él iba a veces de filósofo y otras de anti filósofo, pero no tenía formación filosófica
ResponderEliminarEso depende de la visión que tengas de la filosofía; pienso que sí tenía formación filosófica; por lo menos en sus obras así lo demuestra. Desde el punto de vista de los analíticos, él no es filósofo; pero es que la filosofía no se agota en dicha tradición de pensamiento.
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