jueves, 15 de octubre de 2020

¿Qué es el poder según Max Weber?

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Imagen de KTDesign en Pixabay 

      

     El poder en Max Weber es siempre algo malo, para la parte dominada obviamente. Una parte está destinada a poseerlo y dominar bestialmente y la otra a ser dominada y aceptar resignadamente si quiere preservarse unos cuantos días más en este mundo de indecible crueldad.


 La tesis básica suya es la siguiente: siempre, independientemente de lo que realicemos en una determinada sociedad, estamos dominados por los que controlan las instituciones de poder: las que conforman el estado.  


La única relación que se le presenta como operable y viable es la de dominación, donde una parte es activa, sujeto, y la otra pasiva, objeto.


a)    La política y el Estado

 

¿Qué  es el  poder según Max Weber?Él considera a la política como “la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un estado” (Weber, 2012); por otro lado es, a su juicio, “la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos estados o, dentro de un mismo estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen” (Weber, 2012). Por lo que respecta al estado, es un recinto de poder, quien lo posee tiene derecho a ejercerlo legítimamente. 


Para Max Weber el estado “es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el "territorio" es elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima” (Weber, 2012). Sostiene que la forma de estado que rige la vida política de la modernidad: 

 

es una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de sus dirigentes y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas (Weber, 2012).

 

Luego continuando con la misma idea:  


El Estado—dice Weber—, como todas las asociaciones o entidades políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es considerada como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan (Weber, 2012).

 

La visión de Max Weber sobre el concepto de poder es completamente, a falta de atinar a una mejor palabra, pesimista. En lo fundamental su visión dista de la de Aristóteles y se ciñe más a la de Maquiavelo. Aristóteles, como sabemos, proponía que si el objetivo cardinal del gobernante es alcanzar el bien común o público es bueno, mas si aquel solo busca su propio beneficio es malo. Es este juicio de valor el que queda eliminado del sistema teórico de Max Weber, pues como Maquiavelo sostuvo, la política es lo que empíricamente se manifiesta y no lo que subjetivamente queremos que sea.


 El resultado del operar político en general no se traduce en el bien común, sino más bien en bien para unos pocos y el mal común para las mayorías. Siguiendo esa lógica, el sociólogo debe circunscribirse a describir los fenómenos y no a imponer sus prejuicios subjetivos. Por eso, “en su opinión, la sociología tiene que ser empírica, en oposición a legal o normativa” (Guzzini, 2007 ).


Él plasma un análisis minucioso para demostrar que en cualquier forma que aquel se manifieste es dominación anti obedientes.


 Él, muy ingeniosamente, analiza los diferentes tipos de poder, pero de manera muy superficial, esto debido a que pretendió aplicar el método de las ciencias naturales a la sociología, la cual es una ciencia humana, y, por lo mismo, se debe aplicar el método experimental pero apoyándose en la historia, la enografía y la estadística (Sáenz, 2006); pienso que, a pesar de todas las contribuciones suyas al mundo de la sociología, no le hace justicia a la realidad y complejidad de este concepto, simplifica exageradamente la cuestión.

 

El poder

 

Para él existen tres formas básicas de poder. (1) El poder de tradición, a saber, la legitimidad del “eterno ayer” (Weber, 2012); aquella “es la legitimidad “tradicional”, como la que ejercían los patriarcas y los príncipes patrimoniales antiguos” (Weber, 2012).


 Esta forma de poder se impone y se conserva debido a que se ha mantenido como pilar fundamental para el sostenimiento de alguna determinada forma de institución a través de los años y ha adquirido gran respeto por las mayorías; esta forma de poder puede ser nefasta, en ese sentido no está totalmente errado Weber, pues es verdad que muchas tradiciones completamente obsoletas e incluso peligrosas siguen manteniendo un cierto tipo de respeto injustificado; pero, solo por algunos casos particulares, sería un error craso concluir que todo poder de tradición es de dominación.


 La tradición de un país o de algún determinado lugar es respetada y, sea que nos guste o no, estamos bajo esa influencia y forma de poder. Por ejemplo, la relación de padre a hijo es algo que viene desde tradiciones milenarias; con base al criterio de Webber se puede determinar que es una relación de dominación, ¿pero lo es siempre y necesariamente?


 (2) El poder, además, puede ser entendido como dominación racional, es decir, “legitimidad basada en la legalidad” (Weber, 2012). Aquí se obedece por un estatuto o de manera legal; el pueblo mismo legitima su dominación, pero ese no sería un pueblo serio, sería, en todo caso, el anti pueblo fetichista que lo acepta a pesar de que su operar va pulverizarlo.


 (3) Otra forma de poder es el poder carismático. Esta forma de poder la tienen las personas que son capaces de convencer a los demás en virtud de los extraordinarios talentos que poseen. Él dice claramente que “es esta autoridad “carismática” la que detentaron los Profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos” (Weber, 2012)


Como él ve todo dentro de relaciones sociales de dominación, tiene sentido entonces el que diga que cuando se escucha a un elocuente y carismático político, se está siendo dominado por aquel.

 

A modo de conclusión

 

Asentimos con Max Weber que en el estado moderno —como en todos los tiempos— existe una tremenda dominación, la cual se hace cada vez más fastidiosa de sobrellevar para la sociedad. Lo que no puedo aceptar es que, por su pesimismo sociológico, quiera hacer parecer tal realidad como natural cuando es histórica. 


Aceptarlo, sería  caer en el terreno metafísico. Si es posible concebir una forma de poder negativa, puede ser asimismo posible una positiva, pero él no supone como probable eso. 


Qué-es-el-poder según-Max-Weber-por-Víctor-Salmerón


Su visión del poder, a pesar de haber sido muy ingeniosamente trabajada y desarrollada, no soporta un análisis serio en último término. La razón de esa superficialidad, provisoriamente se puede decir que es debido a la limitación de su marco categorial. 


Él se redujo a estudiar el poder en una de sus manifestaciones: el positivo fetichista, pero es incapaz, como la mayoría de los sociólogos y filósofos contemporáneos, de ver el poder positivo como medio; categoría fundamental para entender el poder en su integridad y no perderse en sus meras determinaciones. 


Resulta aún más curioso el hecho que, a pesar de lo pesimista y superficial de esa interpretación de poder, es una de las más populares, incluso entre los marxistas. 


Éste enfoque es, a mi juicio, pasivo-reaccionario, y es preciso que, por amor a la verdad y honradez intelectual, sea destruido y desintegrado, pues es, desde cualquier punto de vista, una apología al poder político positivo fetichista.

 


Bibliografía

 

Guzzini, S. (2007 , septiembre 15). El poder en Max Weber. Retrieved from repositorio.uam.es (RI_30_6.pdf): https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/677087/RI_30_6.pdf?sequence=1



Sáenz, R. G. (2006). INTRODUCCIÓN A LA LÓGICA . Naucalpan, Estado de México: Esfinge .


Weber, M. (2012). EL POLÍTICO Y EL CIENTÍFICO. Barcelona. España: Alianza Editorial.




                





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