miércoles, 26 de agosto de 2020

Mientras el enemigo sub-microscópico decrece, el enemigo corpóreo crece en El Salvador


Crítica a la filosofía de Carlos Marx desde la perspectiva de Bertrand Russell
Imagen de Alex Yomare en Pixabay 


Enemigo     


Una de las frases más famosas de Jesús de Nazaret —cuya existencia histórica es muy dudosa, fácilmente puede ser puesta en tela de juicio; en realidad, no se sabe en qué punto deja de ser meramente legendaria — dice: el enemigo ha venido a matar robar y destruir. La realidad, como se advierte al sumergirse en el mundo filosófico, no es tan fácil de ser aprehendida como uno cree ingenuamente. Muchas veces la verdad se esconde detrás de las apariencias y solo con un esfuerzo desmedido de abstracción y con un espíritu decidido a soportar el peso de aquella podrá alguien ser capaz de verla en su movimiento dialéctico. Porque alguien se autoproclama como bueno, eso no lo hace ser necesariamente bueno, si en la práctica la máxima de Cristo le queda a la medida, es un falso y un enemigo.

 

        Los salvadoreños, los que todavía aman el país, en vez de dejarse embaucar por discursos mediocres y repletos de odio, deberían ser más inteligentes y aproximase a verificar los hechos. Si la evidencia no escolta al discurso, no hay razón para escucharlo y menos para creerlo. Después de unos cuantos meses de ver el desempeño de Bukele como presidente, se puede tener un mejor panorama para emitir un juicio que se adecúe  a la realidad de los hechos. Por lo que ha realizado hasta la fecha como mandatario: se debería considerar, sin ánimos de desfigurar la realidad en sus aspectos más objetivos, a Bukele como un enemigo declarado del pueblo salvadoreño.

 

      En los subsiguientes párrafos, de manera condensada, se brindarán las siguientes razones con las que se procura demostrar y soportar la tesis ya desplegada. Como es del dominio público, la mentira más compulsiva, el fetichismo más descarnado, la corrupción más aberrante y el oportunismo más cobarde son los mojones principales en los que descansa la actual administración de Bukele. Al final se tratarán, con el debido respeto que se merecen, algunos de los sendos argumentos que ofrecen los eruditos y peritos de Nuevas Ideas.


 Mitómano 


A nivel nacional la población debería estar al tanto del carácter mitómano de Bukele y, gracias a la tecnología, a nivel mundial. Todos los pensadores críticos y someros que tenemos la impagable gracia de no haber sido bloqueados de esa fuente de inagotable erudición, a saber, de su cuenta en Twitter, pudimos leer aquel tweet del 14 de marzo, atiborrado de irresponsabilidad y mentira, en el que decía que Italia dejaría morir a las personas mayores de ochenta años. Esto como se sabe, fue una mentira total, una noticia falsa, pero los ilusos, siguen creyendo en su validez y veracidad. Otro caso que expuso como la luz del mediodía la naturaleza mitómana de Bukele fue el supuesto vuelo de Avianca, noticia que publicó en su cuenta de twitter el 18 de marzo, aerolínea que por cierto está exonerada de pagar el IVA por el combustible en El Salvador, con doce pasajeros infectados con el temido virus. Esto, vergonzosamente para nuestro país, generó una controversia improductiva. Al final resultó ser una vil mentira. Eso no es de extrañar, pues ganó las elecciones gracias a la extraordinaria manera de mentir. Como esas mentiras ya mencionadas, existen tres más de naturaleza similar y un sinfín de otras mentiras rabisalseras o vivarachas.

 

Fetichista

 

     Sobre el carácter fetichista de Bukele no hay mucho que decir. Lo confieso, como ya lo traté de manera extensa en otros trabajos, me da pereza hacerlo otra vez.  En primer lugar, es fetichista porque toma lo fundado, el poder institucional en el que está a cargo, el ejecutivo, como el fundamento y olvida la sede, el verdadero fundamento del poder, el pueblo.  En segundo lugar, porque se ha absolutizado irrespetando, mediante la práctica maldita de la corrupción así como de la mentira, al pueblo, el poder real, así como al poder formal, y se ha puesto a sí mismo como la sede última  del poder. No hay duda que un hombre tan bajo como éste, no es un amigo sino un enemigo del pueblo y del país en general.

 

Corrupto 


       De qué Nayib Bukele es un corrupto, considerando lo que ha hecho hasta el momento su administración, no quedad ningún tipo de duda. Como es del dominio de eruditos y vulgos, Nayib no tiene el registro del uso de los 30 millones donados por el gobierno mexicano el cual estaba destinado para desarrollar y potencializar el programa sembrando vida. Los ilusos, los incautos, los resentidos y los vividores guardan un silencio uniforme al respecto. También, el viaje del director de Centros Penales en avión privado continúa manteniéndose en el nivel de la hipótesis. Los grupos ya aludidos en el ensayo pasado, que por cierto caló profundo, que hasta unos muertos resucitaron, no meten la suficiente presión para lograr clarificar de una vez por todas esta delicada cuestión. A ello se suma 18 casos más de corrupción, formando un total de veinte casos los cuales no ha podido justificar — hasta la fecha— racionalmente y meridianamente el presidente Nayib Armando Bukele.  Señores, la posibilidad de que muriéramos a causa del covid-19 era, desde que empezó la pandemia, en términos de probabilidad, relativamente escasa, pero de que este presidente y sus ministros robarían a plena luz del día usando como subterfugio a la pandemia, era bastante probable. Así como el diablo fue el mejor aliado de la religión en el pasado— todavía lo es, pero ya con menos fuerza— para dar rienda suelta y justificar toda suerte de corrupciones, la covid-19 ha sido, no solo para este presidente, el pretexto perfecto para perpetrar toda clase de corrupciones. La religión cristiana hizo dinero—todavía lo hace— con el diablo, Nayib y sus ministros corruptos en exceso lo forjaron con la covid-19. Ciertamente el virus seguirá haciendo explícita su naturaleza y el presidente no amagará en su estatura, a saber, en hacer explicita su naturaleza de mitómano.

 

Oportunista 


          Dadas las evidencias recientes, no queda espacio a ningún tipo de discusión sobre el carácter oportunista de Bukele. Esto, ciertamente, lo saben muy bien los integrantes del partido FMLN, en cuyo recinto se hizo como político — y ahora dice que no es de “los mismo de siempre”— y que después, como sobrante de la cena, los tiró al basurero. Esto lo saben muy bien los antiguos amigos suyos de quienes se aprovechó — como es el caso de Bertha— y luego, cuando ya no los necesitaba, los desechó. Esto lo sabe muy bien todos los integrantes del pueblo salvadoreño, el consciente no el traidor, a quienes les ha mentido, robado y humillado, y seguirá haciéndolo mientras dure su periodo en el poder.

 

         Los argumentos que dan los seguidores de Bukele son bastante débiles. Con el que la mayoría de sus eruditos, que abundan como las arenas del Mar Muerto, se llenan la boca es con el argumento de que él puso fin al bipartidismo. Supongamos que fuera cierto, lo cual no comparto plenamente, qué beneficio real traería tal cosa al país. Si en poco tiempo se ha visto que él es mucho peor que los otros dos partidos juntos. De nada serviría, viéndolo racionalmente, que Bukele terminara con esos dos partidos si el suyo es de naturaleza más bestial y peligrosa que aquellos, pues es la síntesis de lo peor que habido en política en El Salvador.

 

        Otro argumento ramplón que dan los bukelianos es que es éste el presidente que más obras ha hecho en menos tiempo.  Es verdad que Bukele ha logrado algunos logros, sobre todo de carácter simbólico. Por ejemplo, el quitar el nombre del coronel Domingo Monterrosa al cuartel de la Tercera Brigada de Infantería, en San miguel. En cuanto a obras públicas lo mejor que ha hecho es una suerte de puente, que muchos han catalogado como una pasarela, y que de hecho después de unos cuantos meses de haber sido construida presenta serios daños, lo demás que ha realizado es pura remodelación de obras ya hechas por el frente.  En todo caso, de qué sirve este logro simbólico, esa obra pública tan mediocre y algunas asistencias sociales con fines políticos que está realizando si sus prácticas están completamente alejadas de la más elemental virtud. Lo realizado hasta el momento es suficiente para darse cuenta de la clase de persona que es, nada lo puede eximir de su colosal mediocridad. Si en todo este tiempo se ha dedicado a infundir y difundir prejuicios y arrobar aprovechándose de la pandemia, que puede hacernos suponer que en lo que le falta como presidente no seguirá haciendo lo mismo.

 

        En conclusión, ha quedado evidenciado, en estos lacónicos párrafos, que Bukele no es amigo sino que es un enemigo del pueblo salvadoreño; en todo este periodo lo que más resalta y se puede apreciar es su corrupción, su mitomanía, su fetichismo, su oportunismo y su incapacidad para realizar acciones que realmente transformen la realidad del país. A sabiendas de peligro mortal que representa este personaje para la clase proletaria, es preciso educarla política y económicamente para que populistas baratos como éste no la engañe con espejitos, como en el pasado.



 

   

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