sábado, 6 de junio de 2020

LO QUE DEBEMOS HACER

 

Marx






No es por las buenas que se logran las grandes conquistas en favor de la comunidad política, no hay que olvidar eso. Resulta curioso que sea la clase dominante la que más le asuste el que el gobierno actual sea irreverente con la legalidad y los diferentes protocolos. Lástima que este presidente no se muestre irrespetuoso con el  capital, sino reverenciara al capital, me atrevería a decir que es un buen presidente, pero esto, como sabemos, no es así.



No es verdad que en los últimos años se haya alcanzado algún logro de extraordinaria notabilidad en favor de la clase obrera y del pueblo en general. Por el contrario, la clase dominante se ha fortalecido y, en vez de marchitar, su capital se sigue acrecentando, pero la clase trabajadora y los diferentes grupos exteriores al dominio del capital siguen cada vez más sumidos en una pobreza que, a cualquier ser humano racional, ofende. Ya basta. Ya es hora que pensemos y accionemos. Pero esto, ojo, no se logrará mientras la comunidad  política de nuestro país no reconozca el grado de indignidad en el que se encuentra.




LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD



El que se mantenga y se conserve la legalidad no significa necesariamente que por ello exista justicia genuina para la inmensa mayoría. Si en algo ayuda la legalidad, es para mantener intactos los privilegios que por años ha mantenido la clase dominante. 



Las grandes conquistas no se han alcanzado mediante la legalidad, la humildad y la caridad cristianas sino por la violencia justa; la legalidad, de hoy y de siempre, es la coraza de la clase dominante y mientras el pueblo no haga uso de su poder de negación, para desarticular y destruir el actual estado de cosas, y de creación, para afirmar un nuevo sistema libre del reformismo o de todo electoralismo no podrá salir del atolladero donde la clase dominante y su maquinaria material y formal lo ha llevado. 



Así que ya va siendo hora que la comunidad política, dominada por la violencia institucional, se indigne y desarticule toda esta hipocresía burocrática ramplona fetichizada por parte de nuestros remedos de políticos.



A todos aquellos ateos ignorantes que se sienten eminentes científicos humillando la superstición cristiana, les tengo una noticia: han cribado una descomunal cantidad de mitos, gracias a las lecturas de los ateos fundamentalistas norteamericanos y británicos, y, como por arte de magia, se han tragado uno colosal, quizá el más grande que ha existido y que existirá: el capital, el fetiche. 



El criterio de éste es simple: el aumento de la tasa de ganancia. Pero a pesar de lo simple, es mortal, pues dicha acumulación es acumulación de vida humana. Con el aumento de la tasa de ganancia, por un lado, los capitalistas amontonan cuantiosos bienes objetivos, por el otro, la clase obrera acumula toda clase de sufrimientos físicos y psicológicos y los bienes objetivos parecen cada días más utópicos. 



ANTI-REVOLUCIONARIO



Si tan solo Bukele fuera un hombre de criterios revolucionarios, y no un vil oportunistas de visión política gofa, que fácil sería fermentar la masa para que salga de su subjetividad burguesa a desplegarse como la antítesis que es, y afirmase como la tesis que será.  Se los digo claramente: por ahora sólo se puede alcanzar algún objetivo político realmente remarcable si el actual sistema político y económico es sacudido por un ejército de proletarios armados o desarmados con ganas de vivir, pero nuestro pueblo hace mucho tiempo que ha perdido la voluntad de vivir. 



Así que, como vimos, las conquistas no se logran por las buenas, de su voluntad un rico jamás repartirá el excedente, que no se ve, cuyo nombre técnico en este sistema capitalista es el plus-valor, sino mediante la lucha, la guerra. Si la clase dominante protegida por los diferentes órganos del estado no quiere soltar la torta, en esta situación de crisis, hay que quitársela, lo cual no supondría un robo pues ellos, desde que se constituyeron como clase dominante nos han robado toda la vida, y por hoy, hasta la dignidad. 



     Este gobierno ha puesto en evidencia que la casta política no está en su mejor momento; pero el pueblo salvadoreño esta sediento de justicia. Lastimosamente el partido de Nuevas Ideas, que a pesar de lo  novato que es en el mundo político salvadoreño se perfila como el partido más corrupto de toda  la historia, no es el mejor instrumento para alcanzar cosas políticas grandes. 


Pienso que es una buena oportunidad, dadas las grietas ocasionadas por este presidente, para afirmar los intereses de clase que son absolutamente opuestos a los del capital. Así como los ricos, apoyados y protegidos por los diferentes órganos del estado, no se compadecen de la comunidad política dominada, del mismo modo la clase proletaria no debería de compadecerse a la hora de buscar lo que realmente le pertenece. 



Pues a medida la acumulación del rico crece, así mismo aumenta el sufrimiento ignominioso del pueblo. Para que el rico tenga lo que tiene, la vida de una desaforada  cantidad de seres humanos ha sido arrebatada, pues la riqueza de los ricos no solo se produce con la fuerza de trabajo, se genera con la vida de los más desposeídos.


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