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Virtudes políticas
Tres cosas son esenciales en un
presidente, pero son más deseables en momentos de crisis; pues bien un buen
presidente, no sólo en momentos de crisis pero en todo momento, debe liderar,
actuar y buscar el máximo de efectividad. Dado que el poder que tiene no es
suyo, es delegado, y los que se lo han delegado demandan que ese poder se use
correctamente en beneficio de la comunidad política o el pueblo.
Líder
El presidente Nayib Bukele es un
líder. Esto, si un contrario suyo es objetivo y no deja que su color partidario
le nuble el sano razonar, tendrá que aceptarlo. Desde su comienzo como político
mostró que él podía hacer creer a la gente nuevamente. Los dos partidos
anteriores con su forma de gobernar mataron la ilusión de las mayorías; la
política estaba totalmente desprestigiada. Pero Bukele pudo sobreponerse a eso.
De hecho, todo el movimiento de nuevas ideas gira en torno a él, y sin él se
presume que ese movimiento se desmoronará.
¿Buen líder?
Pero existen líderes buenos y
líderes malos. Hitler fue un líder, benefició a su gente, mas desde un punto de
vista ético negó la vida de los judíos y manipuló a la gente para que hiciera
lo que él deseaba: acabar con lo otro, el enemigo, el judío. Donald Trump es un
líder, mucha gente lo sigue, pero no es suficiente el liderazgo, ese liderazgo
debe de ser guiado por los más nobles principios éticos. Un buen líder no
asusta, no polariza su gente y no busca chivos expiatorios para justificar su
incapacidad.
Pero el demasiado liderazgo, poca
participación y comunicación entre las partes puede degenerarse y perder
cualquier sentido positivo y convertirse en una especie de dominación
dictatorial.
En esta crisis el presidente ha
actuado de manera inmediata. Las medidas que tomó el presidente para hacer
frente al covid19, aunque debatibles, en principio son aceptables, pues a pesar
de que pueda haber en su operar algo de oportunismo y protagonismo políticos,
ha puesto de manifiesto el carácter de liderazgo, y desplegó una serie de
medidas que se si realizan podrían evitar un sufrimiento indecible. (Lo
del préstamo hay que analizarlo después y con más tiempo. Pero es algo
lamentable. La deuda se hace mucho más grande cada día. Y , no hay que olvidar,
la pagará el Pueblo salvadoreño).
Pero la pura acción desorganizada
y sin comunicación entre las partes no tendrá éxito. Y esto es precisamente lo
que se ve, hay una evidente falta de comunicación entre el presidente y las
otras partes que lo acompañan. Pareciera que muchos ministros solo están como
mera decoración y que el que decide, informa y actúa es el presidente. En
situaciones cómo éstas, el protagonismo personal es algo secundario. Dicha desorganización
quedó evidenciada con lo del bono de $ 300.
Es trágico, pero su ego colosal
le impidió acercarse y comunicarse diplomáticamente con las alcaldías y esto,
se piensa, hubiera sido más efectivo. Hubo un sufrimiento innecesario, el
pueblo en su necesidad se volcó por dicho bono, algunos perdieron más yendo a
buscar ese bono que quedándose en casa.
Se dijo que un buen líder en
casos como éstos debe de mostrar liderazgo, actuar y tener efectividad. El
presidente, según nuestro criterio, ha cumplido las dos primeras pero no la
última. Sin embargo, hay que seguir haciendo crítica objetiva señalar las
aciones que sean positivas y que tengan beneficio para el pueblo y criticar lo
malo; lo que no contribuya para el desarrollo pleno de la comunidad política.
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