miércoles, 1 de abril de 2020

¿Está el presidente a la altura de la situación?

Imagen de Bill Kasman en Pixabay 


Virtudes políticas 


Tres cosas son esenciales en un presidente, pero son más deseables en momentos de crisis; pues bien un buen presidente, no sólo en momentos de crisis pero en todo momento, debe liderar, actuar y buscar el máximo de efectividad. Dado que el poder que tiene no es suyo, es delegado, y los que se lo han delegado demandan que ese poder se use correctamente en beneficio de la comunidad política o el pueblo. 


Líder   

             

El presidente Nayib Bukele es un líder. Esto, si un contrario suyo es objetivo y no deja que su color partidario le nuble el sano razonar, tendrá que aceptarlo. Desde su comienzo como político mostró que él podía hacer creer a la gente nuevamente. Los dos partidos anteriores con su forma de gobernar mataron la ilusión de las mayorías; la política estaba totalmente desprestigiada. Pero Bukele pudo sobreponerse a eso. De hecho, todo el movimiento de nuevas ideas gira en torno a él, y sin él se presume que ese movimiento se desmoronará. 


 ¿Buen líder?


Pero existen líderes buenos y líderes malos. Hitler fue un líder, benefició a su gente, mas desde un punto de vista ético negó la vida de los judíos y manipuló a la gente para que hiciera lo que él deseaba: acabar con lo otro, el enemigo, el judío. Donald Trump es un líder, mucha gente lo sigue, pero no es suficiente el liderazgo, ese liderazgo debe de ser guiado por los más nobles principios éticos. Un buen líder no asusta, no polariza su gente y no busca chivos expiatorios para justificar su incapacidad. 

 

Pero el demasiado liderazgo, poca participación y comunicación entre las partes puede degenerarse y perder cualquier sentido positivo y convertirse en una especie de dominación dictatorial. 

 

En esta crisis el presidente ha actuado de manera inmediata. Las medidas que tomó el presidente para hacer frente al covid19, aunque debatibles, en principio son aceptables, pues a pesar de que pueda haber  en su operar algo de oportunismo y protagonismo políticos,  ha puesto de manifiesto el carácter de liderazgo, y desplegó una serie de medidas que se si realizan podrían evitar un sufrimiento indecible. (Lo del préstamo hay que analizarlo después y con más tiempo. Pero es algo lamentable. La deuda se hace mucho más grande cada día. Y , no hay que olvidar, la pagará el Pueblo salvadoreño). 

 

Pero la pura acción desorganizada y sin comunicación entre las partes no tendrá éxito. Y esto es precisamente lo que se ve, hay una evidente falta de comunicación entre el presidente y las otras partes que lo acompañan. Pareciera que muchos ministros solo están como mera decoración y que el que decide, informa y actúa es el presidente. En situaciones cómo éstas, el protagonismo personal es algo secundario. Dicha desorganización quedó evidenciada con lo del bono de $ 300. 

 

Es trágico, pero su ego colosal le impidió acercarse y comunicarse diplomáticamente con las alcaldías y esto, se piensa, hubiera sido más efectivo. Hubo un sufrimiento innecesario, el pueblo en su necesidad se volcó por dicho bono, algunos perdieron más yendo a buscar ese bono que quedándose en casa. 

 

Se dijo que un buen líder en casos como éstos debe de mostrar liderazgo, actuar y tener efectividad. El presidente, según nuestro criterio, ha cumplido las dos primeras pero no la última. Sin embargo, hay que seguir haciendo crítica objetiva señalar las aciones que sean positivas y que tengan beneficio para el pueblo y criticar lo malo; lo que no contribuya para el desarrollo pleno de la comunidad política.



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