La locura no asusta ni avergüenza. Vivimos rodeados de locura, pero solo tememos a aquella que deja crecer sus escamas, sus garras y sus dientes en la soledad, bajo la frondosa copa de un castaño de Macondo. La locura no es temible en sí misma; lo que nos mueve la alfombra bajo los pies es la idea de que no vaya a ser compartida por otros, de que sea solitaria.
La locura solitaria —¡ay, qué dolorosa, qué horrible nos parece!— la del que tira piedras, habla solo, rechina los dientes, repite la misma frase todo el día, la del que no es tolerado. La locura colectiva, en cambio, es tolerada, institucionalizada y justificada con nombre, bandera, himno y salario. Presenciamos sin asombro cómo a la locura individual, la del que no factura, la del que no se confunde, se le llama enfermedad, desvío, vergüenza.
Ante la locura individual estamos solos. Pero si una sociedad entera decide que matar es un acto heroico, que morir por un trapo de colores es un honor, pronto la idea de locura se esfuma como la neblina y adopta la forma del fetiche del orden y la normalidad.
La guerra es una locura colectiva con medallas incluidas. Pero si un solo individuo mata porque oye voces o porque siente una misión divina, entonces lo encerramos por criminal y enfermo. ¿Qué diferencia hay, más allá de la cantidad de cómplices?
Considero el consumismo una forma de demencia. Existen innumerables individuos dispuestos a trabajar hasta el agotamiento para comprar lo que no necesitan, y luego llaman a eso éxito. Si un solo hombre hiciera lo mismo en la calle, mendigando objetos inútiles, diríamos que perdió el juicio.
La religión es un hermoso delirio colectivo: millones creen sinceramente en milagros imposibles, pero si un hombre afirma hablar con Dios sin intermediarios, lo tildan de loco. Lo divino solo es aceptable cuando está bajo una administración que da valor y sentido a la fe.
La política es una escuela de sufrimiento en la que se eligen verdugos con la esperanza de que esta vez sean piadosos y usen látigos con menos púas. ¿No es eso un delirio más persistente que cualquier esquizofrenia?

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