miércoles, 1 de enero de 2025

El amor romántico, que cosa más aburrida





Amar es sublimar la bestia interna. Para Nietzsche, la autoafirmación es el acto de crear y definir el propio sentido y propósito en la vida, una tarea que requiere valentía y un enfrentamiento directo con uno mismo.

En este sentido, el amor puede jugar un papel crucial. El amor auténtico, según Nietzsche, no busca llenar vacíos existenciales a través de la dependencia en otros, sino que se basa en el respeto mutuo y la admiración que elevan a ambos individuos. Es una fuerza que inspira y desafía a las personas a convertirse en la mejor versión de sí mismas.

El amor romántico representa una forma de idealización que distorsiona la realidad y actúa como un obstáculo pernicioso para el desarrollo personal genuino y la autoafirmación. Dado que se basa en una ilusión de perfección y belleza idealizada, conduce inevitablemente a la decepción y al sufrimiento cuando la realidad no cumple con esas expectativas elevadas.
Este se fundamenta en la ilusión de encontrar en el otro una completitud que en realidad debe ser buscada dentro de uno mismo. Esta búsqueda de la perfección externa, en vez de una mejora interna, es una forma de debilidad y falta de madurez espiritual.

Este amor, falso y dulzón, fomenta una profunda dependencia emocional y una pérdida de autonomía personal. En vez de fortalecer el yo y promover el desarrollo individual, conduce a una fusión emocional que limita la libertad y la capacidad de autodeterminación de cada individuo.

El amor romántico perpetua una relación de dominio y sumisión que inhibe el crecimiento espiritual y la verdadera realización personal.

Nietzsche considera que el amor romántico es una expresión de la decadencia moral y espiritual de la civilización occidental. Creía que la sociedad moderna había perdido la capacidad de crear valores genuinos y se aferraba a ilusiones sentimentales como sustitutos de una verdadera búsqueda de significado y propósito en la vida.

Amarse a uno mismo, una idea central en el pensamiento de Nietzsche, no implica narcisismo, sino una profunda autocomprensión y autovaloración que permita la autoconstrucción.

Este proceso de amarse a uno mismo significa dominar y sublimar nuestras pasiones y deseos más salvajes, transformándolos en una energía creativa que impulse nuestro crecimiento personal.

El amor, por tanto, se convierte en una forma de autoafirmación cuando se orienta hacia la creación de valor y significado propios. No es una simple búsqueda de aprobación externa o un refugio contra la inseguridad.

Los débiles son los que necesitan aprobación externa para mantener al límite su seguridad psicológica. En las relaciones auténticas, el amor fomenta la independencia y la fuerza interior y permite que cada individuo se afirme a sí mismo plenamente y alcance su máximo potencial.

Para Nietzsche, el amor como autoafirmación es una fuerza poderosa que, bien entendida y cultivada, puede contribuir significativamente al desarrollo personal y a la realización de uno mismo. Es un amor que no busca completar al otro, sino inspirar y elevar a ambos individuos hacia una vida de auténtica grandeza y autoafirmación.


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