domingo, 19 de marzo de 2023

La filosofía de la diferencia como crítica al enfoque ortodoxo de los marxistas: una reflexión sobre la dialéctica y la petrificación del pensamiento de Marx

 

La filosofía de la diferencia como crítica al enfoque ortodoxo de los marxistas: una reflexión sobre la dialéctica y la petrificación del pensamiento de Marx


Las  tradiciones marxistas, me refiero a la trotskista, leninista y estalinista si bien difieren en aspectos accesorios en lo tocante a la interpretación de las doctrinas de Marx están de acuerdo en un punto: proponen leer a Marx desde la óptica de la contradicción; no hacerlo implicaría desconocer, tergiversar y realizar un análisis burgués de sus ideas. Marx, bajo el criterio de los marxistas ortodoxos, es el filósofo dialéctico y punto, no hay más debate. Por tal motivo, se debe pensar en Marx como esa conciencia infeliz, decadente e incapaz de encontrar sosiego, pues según Nietzsche y Deleuze, enconados rivales de la dialéctica de Hegel, cualquier sentir dialéctico es un sentimiento plebeyo y un pensar propio del resentido. Según Deleuze, “allí donde los dialécticos ven antítesis u oposiciones, demostrar que hay diferencias más sutiles que descubrir: ¡no la conciencia infeliz hegeliana, que es sólo un síntoma, sino la mala conciencia!” La dialéctica presenta una imagen distorsionada de la verdadera diferencia. La imagen que se ha popularizado de la diferencia es la de la negación. ¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de la diferencia? La filosofía de la diferencia es una corriente filosófica que se enfoca en el estudio de la diversidad, la singularidad y la diferencia. Esta corriente rechaza la idea de una totalidad homogénea y uniforme y, en su lugar, enfatiza la multiplicidad y la heterogeneidad de los fenómenos. La filosofía de la diferencia busca explorar la complejidad y la riqueza de las diferencias que existen en el mundo, ya sea en términos de la diversidad cultural, las diferencias individuales, las diferencias ontológicas o las diferencias epistemológicas. Algunos de los filósofos que se han asociado con la filosofía de la diferencia incluyen a Gilles Deleuze, Félix Guattari, Jacques Derrida y Michel Foucault. 


Estos camellos (los epígonos de Marx), —para usar la figura que utiliza Nietzsche en Zaratustra— ,  se dedican a conservar y cargar sobre sus espaldas las ideas de Marx, de ellas han hecho momias conceptuales, pero estas ideas se originaron dinámicamente en la cabeza de Marx y en su tiempo fueron  una fuerza y una corriente desbordadas que amenazaban con socavar las bases mismas de la economía y la política burguesas, pero sus epígonos las han convertido, para usar una metáfora benevolente, en un gatito  cariñoso con las uñas bien recortadas. Tal vez la metáfora anterior no sea tan adecuada, pues un gato es una materialidad compleja, pienso que sus ideas las han convertido en algo más duro y pesado, como una estatua con entrañas de aire, en algo petrificado. Este enfoque marxista, que se presenta como el verdadero y el único que un marxista serio debería asentir, a mi juicio, resulta perjudicial, en primer lugar, porque le sugiere al individuo que el modo más adecuado de afirmar  su diferencia es mediante una lucha encarnizada contra los opresores o formando parte de un movimiento revolucionario activo; por otro lado, esta idea se ha internalizado en la forma en que piensan, sienten y actúan los trabajadores  lo que los hace creer que  por sí mismos son incapaces de afirmar su diferencia sin negar lo que ellos no son; que su debilidad los condena a la eterna negación para poder afirmar su diferencia; tienen que vivir constantemente comparándose y luchando  para lograr demostrar su superioridad o inferioridad. Esta es la crítica de Deleuze al  razonar dialéctico del hegelianismo, y supongo que sería sabio que los marxistas prestaran la debida atención a este enfoque anti-dialéctico  deleuziano.


¿Qué habría sido del pensamiento de Marx si no hubiera sido utilizado por los movimientos  filosófico y  político de la antigua Unión Soviética cuyos representantes estaban movidos por hacerse del poder y motivados por la venganza contra los zares como fue el caso de Lenin? Es verdad también que muchos líderes soviéticos estaban genuinamente comprometidos con las ideas marxistas y creían en la posibilidad de construir una sociedad igualitaria; sin embargo espíritus reaccionarios, como Stalin y sus cortesanos, con pretensiones aristocráticas y amantes de la nada promovieron las ideas de Marx, pero al mismo tiempo crearon un Moloc, que si Marx hubiera estado vivo en esa época lo hubiese depreciado. Algunos teóricos detractores de Marx especulan que si no hubiera sido utilizado por los líderes políticos soviéticos, seguramente sería un pensador más del montón como Bergson o Gabriel Marcel, por ejemplo; esto quizá no  sea del todo cierto pues los grandes filósofos  en general destacan por la fuerza, brillantez y novedad de sus postulados a pesar de no ser la  ideología oficial de algún país. Ningún líder político, que yo tenga conocimiento, ha adoptado la filosofía kantiana como la ideología  oficial de su país, —es verdad que ha influido mucho en la filosofía política de Alemania pero no es la filosofía oficial de ese país—, y a pesar de ello es conocidísimo dentro  del universo filosófico, supongo que también Marx sería conocido, aún cuando no hubiese sido el filósofo oficial de la revolución Soviética. El que crea que sujetos como Lenin, Stalin y Trotsky son dignos continuadores del pensamiento de Marx es un iluso. Marx perteneció, pero no se petrificó allí, a una línea de pensamiento de altura: la Ilustración; creer que el Che, Fidel Castro o algunos de esos que se auto-proclamaban como discípulos de Marx son más inteligentes que Kant, Rousseau, Nietzsche o Hegel merece una carcajada homérica. Estas fuerzas  reactivas que se apoderaron de su pensamiento lo han dejado tan desfigurado como un cristo después del segundo misterio doloroso. Nietzsche vivió en quebrantos por su delicada salud, vivió etapas de enorme oscuridad, al final, se hundió en la senda sin retorno de la irrazón. Y su hermana para poner la guinda en el pastel se apoderó de su obra y la tergiversó de manera absolutamente irresponsable. Ese parece ser el lúgubre destino de los grandes pensadores: Incomprensión en vida y tergiversación después de su muerte.


La importancia que tiene Marx como teórico de la lucha de clases y crítico acérrimo del capitalismo es innegable. Es preciso asimismo analizar en qué consiste la lucha de clases, es acaso la única manera de  ser revolucionario. Sin embargo, es menester resaltar que el capitalismo que analizó Marx  difiere en muchos aspectos del actual. La clase obrera, a la que pertenecen Messi y Cristiano Ronaldo, por ejemplo, no tiene los mismos intereses que la clase obrera mexicana o salvadoreña. O no dispone Messi de mayor capital que un pequeño burgués colombiano, es decir, un comerciante, pequeño propietario y terrateniente. ¿Un trabajador como Messi querrá luchar por liberarse del capitalismo? La realidad del capitalismo se ha tornado más compleja y por lo mismo su pensamiento demanda ser  reinterpretado y subsumido dentro de una constelación conceptual para que pueda tener relevancia real. Su importancia no reside, hoy día, en lo que dijo en el pasado, que es importante es obvio, sino en lo que él nos puede hacer decir a nosotros en la actualidad. La idea de que la economía es el motor de la historia es problemática; el poder no solo se manifiesta en el campo económico sino también en la cultura, la política y la tecnología. Esto nos permite afirmar que el énfasis en la diferencia y la singularidad, la importancia de la subjetividad en la lucha por la liberación es importante. Afirmar que cualquier expresión superestructural es una mera expresión de la estructura económica es una reducción grosera. Y qué ocurre con los grandes espíritus, las particularidades, las excepciones y todo aquello diferente que no puede ser relacionado de manera satisfactoria a la totalidad social. 


Sin intenciones de generalizar, las ideas y conceptos de un gran pensador por lo general se tornan pálidas y lánguidas en los marcos teóricos de sus discípulos a críticos; y devienen, en ocasiones, caricaturas grotescas y monstruos repugnantes; criaturas anormales sin apellido paterno con rasgos fisonómicos disímiles a los de su progenitor. Hay que precisar que este no es siempre el caso, por ejemplo, Aristóteles estuvo a la altura de las enseñanzas de Platón y en vez de conservar y momificar las  ideas de su maestro las comprendió, las criticó y a partir de ellas construyó sus conceptos, categorías y teorías filosóficas propias. En ocasiones, es preferible un encarnizado enemigo pero competente que un séquito de epígonos mediocres. Pienso que Freud se ha de retorcer en la tumba  viendo como los psicoanalistas, con buenas intenciones quizás pero con mucha incompetencia, despedazan y tergiversan sus doctrinas. Un gran pensador enfrenta dos enemigos: los críticos y contrarios a sus teorías y los seguidores y divulgadores. Los primeros porque en muchos casos son incapaces de comprender la altura, la anchura y la profundidad de su pensamiento y los segundos porque en su afán de hacer visible el pensamiento de su maestro lo vulgarizan, lo codifican, lo divulgan y lo vuelven algo incluso contrario a su propia esencia. En general los que malogran las ideas a éstos son los que supuestamente más afines y comprometidos están con ellas.


Cuando se va a escribir algo sobre una figura histórica de la talla de Marx se tiene la no muy agradable sensación de que todo lo que se puede escribir sobre su persona, obra e implicaciones ya ha sido estudiado, analizado e interpretado, tanto en contra como a favor. Sin embargo, si dejamos todo eso a un lado y nos sumergimos en su obra, no para reforzar su identidad sino para explorar lo que ha sido ignorado por la crítica erudita y común, podemos encontrar cosas muy interesantes y dignas de reflexión.


La tradición marxista nos ofrece un Marx demasiado pesado. Un Marx en apariencia macizo, por su peso, pero con entraña de aire. En vez de presentar un pensamiento afirmativo, creador y alegre nos ofrecen una constelación de momias más o menos disecadas. El único marxista aceptable es aquel que condescendientemente toma esas pesadas momias sobre su espalda y las carga como animal de carga, como es el asno. ¿Qué ocurre con aquellos que no estamos dispuestos a cargar con esos pesados fardos? Es economista, hay que analizarlo como economista, es el padre del socialismo científico. ¿Y qué hay de ese Marx juguetón, que toma el pelo a sus lectores, que los preña por la espalda, ese Marx con alto sentido del humor? De Marx se ha creado una caricatura ramplona. El Marx del marxismo tradicional, es el que ellos han fabricado, una enorme estatua. ¿Qué ocurre si nos acercamos  y  lo golpeamos con el martillo pulverizador de ídolos y suena a hueco? ¿No es acaso honrado derribarlo? Ese  Marx con entrañas llenas de aire debe ver el crepúsculo lo más pronto posible, pues necesitamos un Marx a la altura de esta época. La tarea principal del filósofo de izquierda debería ser entender y reinterpretar las ideas de Marx. Además, es imperioso que desarrolle una filosofía con un enfoque claramente liberador y propague nuevas formas de vida contrarias a las que potencian el sistema económico vigente.


Si pensamos a Marx desde la filosofía de la diferencia se nos abre todo un abanico de posibilidades. En vez de una totalidad cerrada, a saber, como el conjunto de campos, sistemas e instituciones relacionadas necesaria y dialécticamente formando una totalidad de sentido, se debe proponer una totalidad abierta en la que estos campos, sistemas e instituciones permitan las excepciones y que las diferencias no queden anuladas por los jugos gástricos de la totalidad totalitarista. La filosofía de la diferencia, nos propone explorar temas como el poder, el deseo, la subjetividad y la relación entre el individuo y la sociedad y no se limita únicamente al análisis económico de la sociedad capitalista. La parte subjetiva de la sociedad ha sido menospreciada por la mayoría de los marxistas más laureados ¿y si esa fuera la más importante?



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