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Imagen de Bill Kasman en Pixabay |
En esta reflexión parto del siguiente principio: no todo lo que dicen los periódicos es absolutamente falso o definitivamente verdadero, la verdad se alcanza a través de una inferencia. Aceptaría este shallow artículo si sólo fuera eso; no es la superficialidad la que fustigo, eso es bastante común en muchos abogados, no en todos ciertamente pues conozco a otros muy competentes, es la mala intención y la vulgaridad a la hora de exponer los argumentos lo que me detona.
Según
nuestra articulista, ha habido una monopolización que impide el crecimiento y la
aceptación de otros periódicos más objetivos. La era digital ha posibilitado
que la información se divulgue en diversas plataformas virtuales, pero no todos
pueden acceder a dicha información por falta de internet. Y, si bien se
prolifera, no es confiable porque se da en demasía las famosas noticias falsas
o “fake news”. Supongo que los únicos que publican “fake news” son las
plataformas digitales que desenmascaran el discurso populista y mediocre del
presidente más fresco —sí, y muy fresco— de la historia, las plataformas del
gobierno cuya información es siempre objetiva y excesivamente íntegra no pueden
figurar en su crítica, por supuesto, hay que cuidar el espacio, sino tendrá que
buscar otra plataforma para opinar siguiendo las demandas más profundas de su
consciencia.
A su
juicio “la prensa escrita tradicional se ha vuelto poco respetada, ya que
publica verdades a medias para conveniencia de los intereses que representa”,
ésta representa a las agendas de poderes fácticos y a los grupos que se
benefician de la corrupción, la manipulación política, social y económica. En
el seno de ésta prensa maldita y mentirosa se “generan casos de calumnias,
difamaciones y hasta injurias contra personajes de la vida política y pública
en funciones del Estado”, pero “carecen de imparcialidad”, cosa en abundancia
en las fuentes diáfanas y puras de la actual administración; el principio
básico del periodismo, la imparcialidad, lo viola constantemente la decrépita y
mal intencionada prensa tradicional, pero no la del gobierno, ni el periódico
en el que ella escribe semejantes frivolidades. Claro, es ésta prensa corrupta
y mal intencionada, parte de los mil veces malditos, la que inventó “la problemática
suscitada por los 30 millones donados por el gobierno mexicano para desarrollar
y potencializar el programa “Sembrando Vida” y el tan desgastado caso del viaje
en avión privado de Osiris Luna”. Además, “existen 18 posibles casos más de
corrupción, formando un total de 20 casos”; como es de irresponsable esta
prensa, cuantas calumnias infundadas se inventan en contra del purísimo Bukele.
La prensa tradicional se inventó formal y materialmente la información sobre
estos casos de evidente corrupción con el único fin de desacreditar y mancillar
la inmaculada pureza de la actual administración. Toda la información sobre “el
puente María Chichilco, catalogado por muchos como una pasarela, y que, a pesar
de ser una obra tan neófita, presenta serios daños y desgastes considerables”,
es una vil mentira, que dios los perdone, a los integrantes de esta prensa
mentirosa. Que “la mentira más compulsiva, el fetichismo más descarnado, la
corrupción más aberrante y el oportunismo más cobarde sean los mojones principales
en los que descansa la actual administración de Bukele” es también una invención
canalla de la prensa tradicional. Pobrecito Bukele, no cuenta con medios para
que lo defiendan.
Debido
a la falta de honradez por parte de la prensa tradicional a la hora de informar
a la población, existe una desfiguración de la realidad en sus aspectos más
objetivos, mas los únicos que se prestan a desfigurar la realidad en sus
aspectos más objetivos son los medios afines a los mismos de siempre, no la
prensa afín al gobierno. La prensa tradicional, según esta buena señora, se
convierte en un medio de control social, y la pobre gente está totalmente
alienada por aquella, pero como su información sobre los actos de corrupción de
Bukele y sus ministros es falaz, no se logra probar la culpabilidad de éstos en
las instituciones competentes, son meras cortinas de humo que impiden ver las
cosas que realmente importan en el país. Las cosas buenas que hace el gobierno,
que solo pueden ver sus seguidores y unos cuantos ex-guerrilleros resentidos.
Por esa
razón, nuestra buena señora del gobierno, llega a la brillantísima y agudísima
conclusión de que es preciso que “existan medios informativos objetivos,
independientes e imparciales –como el diario El Salvador en el que ella escribe,
claro— para erradicar la manipulación de la realidad”. «Nuestro pueblo —nos
dice— tiene derecho a saber la verdad» Esa es exclusiva del diario El salvador,
eso no lo dice explícitamente, pero en realidad lo que quiere dar a entender es
que solo ese periódico posee toda la verdad, creí que era Walter Araujo el
único dueño de ella, bueno ahora le aflora competencia al paso.
Sabe
señora, soy honesto: me convenció. Creo que leeré más a menudo el diario El
Salvador porque es el único medio informativo independiente, objetivo e
imparcial en nuestro país.
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