La democracia es un ataque a la voluntad de poder o, en palabras más fáciles, a la vida. |
La democracia
La teoría de los valores
Nietzsche sobre el cristianismo
¿Por qué rechazar al cristianismo?
¿Son todos los hombres iguales?
La muerte de Dios y sus consecuencias
Nihilismo
La teoría de la verdad
La democracia
La idea de Dios lleva o conduce a firmar la igualdad de todos los hombres; algo que por supuesto a él le repugnaba. La chusma, compuesta de una masa débil y enferma, se alegra de la idea de que no hay hombres superiores, todos son iguales; la chusma, que envidia inconmensurablemente al fuerte y poderoso, se alegra en el fondo de ser considerado igual que un hombre fuerte y superior.
Los que no creen en Dios, los
hombres superiores, que son los únicos dignos, no estarán obligados a creer que
el fuerte es igual que el débil.
Ese concepto de igualdad, predicado por la
iglesia y la democracia, es un ataque a la voluntad de poder o, en palabras más
fáciles, a la vida. El hombre fuerte tiene que suscribir con los estándares morales
de la chusma, deben practicar las virtudes del débil y, por ese motivo, él se
vuelve débil y fácil de domesticar; es
por ello que es el hombre débil el que más abunda, no el fuerte, eso es
peligroso para el estado de cosas impuesto por los decadentes.
La fe en la divina Providencia es otro ataque a la voluntad de poder. Esto quita el interés genuino en el hombre de obtener y desear poder y grandeza.
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Asimismo aquello implica que el hombre no es
lo central en la historia, es Dios el que determina el futuro; él es quien
cuidará de todas las necesidades de los hombres sean físicas o psicológicas.
Eso lo vuelve aún más decadente.
La idea de Dios impide que la inocencia original
del hombre y del mundo sea restaurada. Si el hombre dice sí a la voluntad de
poder, nada debería ser considerado como inmoral en sí mismo. Todas las cosas
son más allá del bien y el mal. La moralidad en sí misma es inmoral cuando
condena algunas acciones como malas y buenas otras.
La teoría de los valores
Los valores son cosa de los hombres en el mundo, los valores no fueron dictados por una potente voz proveniente del cielo, es una construcción del ser humano. En palabras de Nietzsche:
¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva en el hombre el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo. ¿Qué es lo malo? Todo lo que proviene de la debilidad.
Valor es todo lo que proviene del poder. Lo que surge de la debilidad es malo; pero la creencia en Dios falsifica toda esta verdad, habla sobre otro mundo, el inexistente y, paradójicamente, odia al mundo real.
La creencia en Dios rebaja
al hombre y lo somete a la esclavitud, despreciando la inocencia original de su
poder creativo. Dios, si es que se quiere vislumbrar un nuevo horizonte, tiene
que morir.
El hombre tiene que alcanzar autonomía,
tiene que ser un sujeto libre, tener sus propios estándares morales, tener el
poder sobre sí mismo y su futuro, decir sí a sí mismo. Este es el único hombre
que puede liberar a la humanidad de la moral de esclavo, que es la que sigue
imponiendo la iglesia, de la voluntad a la nada y el nihilismo; este hará a la
voluntad libre otra vez.
Nietzsche
sobre el cristianismo
No hay otra religión que rebaje más al hombre
que la cristiana ya que:
“el cristianismo: hizo una guerra mortal a cierto tipo superior de hombre; desterró todos los instintos fundamentales de este tipo, de estos instintos extrajo y destiló el mal el hombre malo; consideró al hombre fuerte como lo típicamente reprobable, como el réprobo”.
Pudo haber sido interesante en el pasado, quizá en los tiempos de los papas déspotas, pero hoy es indecente y decadente; es, guste o no, impúdico ser un cristiano después de todas las luces que ha hecho posible el espíritu racional.
Los sacerdotes y los teólogos no son sólo
hombres errados, hombres confundidos y deseosos de encontrar la verdad, son, por
lo contrario, mentirosos y falaces, guillotinas para el hombre superior; Nietzsche
afirma que, dada su potencia intelectual, quiere ser una dinamita para ellos.
¿Por qué rechazar al cristianismo?
Primero, la cristiandad apela a Dios en defensa de su moral de esclavos. Transforma el resentimiento desbordado de la masa en justicia social. Usa oportunistamente, como lo hacen los políticos ordinarios con los débiles mentales y con corta memoria histórica, el resentimiento de la plebe como un arma bien afilada en contra del poderoso y el hombre saludable.
El socialismo y la democracia son derivados, en último
término, de la religión cristiana. Limitan el poder de los aristócratas; quieren
un solo rebaño y un solo pastor; así que luchan por convertir a todos los
hombres en decadentes.
¿Son todos los hombres iguales?
Los hombres empero no son iguales; el
superhombre sólo triunfará en la medida que las personas no sean iguales,
desigualdad es lo que se necesita, solo en una sociedad profundamente desigual
puede triunfar la vida genuina. No son iguales, y quien está a favor de la
igualdad pide justicia, que todos sean iguales, lo cual es una falsa
consciencia, lo que hace con ello en realidad es matar a la voluntad de poder.
Segundo, las virtudes cristianas llevan a la decadencia porque interfieren con las leyes de la selección. Para mantener saludable al superior, se debe eliminar lo ruin y lo débil, pues
“los débiles y los fracasados deben perecer; ésta es la primera proposición de nuestro amor a los hombres. Y hay que ayudarlos a perecer”.
La cristiandad
demanda la caridad y la compasión por ellos. El llamado amor cristiano es un
crimen en contra de la auténtica vida. El precio de mantener esta institución
criminal a flote es la muerte de todo lo superior.
La temperanza y la abnegación no son más
que maneras para hacer escapar al hombre de este mundo, le impiden decir sí al
mundo sensible. La autodestrucción se ha convertido en un valor; esto era
creído como moralidad.
Tercero, el cristianismo es un rotundo no al mundo es un escape del mundo real. El cristianismo se queda en la mera contemplación inútil del más allá, se vuelve infiel al mundo; desprecia el mundo y más al cuerpo.
Piensa que el cuerpo es malo, considera a la higiene como
pecado, piensa que el sexo es sucio. El cristianismo envenena a las personas y
los lleva a desarrollar una mala conciencia.
El otro mundo fue inventado con el fin de
despreciar el único mundo que existe; el alma fue inventada para despreciar al
cuerpo, fue un invento para no aceptar el fin de la consciencia; Platón al
saberse que moriría irremediablemente se inventó, para consolarse, el mundo de
las ideas. Esta gentuza o cristianos, en vez de preocuparse por la salud, se
preocupa por la salvación del alma.
Finalmente, la cristiandad desconfía de todo género de placer; sospecha de todo lo bello, glorioso, orgulloso y rico. Los curas inventaron el pecado, eso trae como consecuencia que aquel no logre alcanzar la verdadera nobleza; se oponen a las ciencia y a la cultura, no todos evidentemente.
La razón por lo que la religión no desaparece es porque abunda
como arenas del mar la debilidad en el mundo, hay que estar enfermo para ser
cristiano.
Dios es la canonización, el punto más
álgido del nihilismo, de la voluntad de la nada; el concepto de Dios, del
cristiano, es una de las ideas más corruptas inventadas en la tierra. Tal como
lo dice en La Voluntad de poder.
La
muerte de Dios y sus consecuencias
Nihilismo
Esto evidentemente tendrá consecuencias teóricas y prácticas: vendrá el nihilismo más puro. En Europa Dios ha muerto, su concepto es algo fantástico. Su muerte representa felicidad liberación y una nueva era. El hombre volverá, como antes, a ser inocente. Como Dios está muerto, la oración ya no sirve para nada y aquella no brinda tranquilidad; y ya no hay verdades últimas, bondad última, poder último. Más el hombre está solo, no tiene amigos, no hay un lugar para el débil.
Quién podrá soportar ese nuevo
estado de cosas donde el alma del hombre fuerte es la que domina. Como que no le
teme a la vida, está dispuesto a enfrentar el dolor con coraje e infligirlo a
otros si es necesario para conservarse.
No hay que engañarse, con la muerte de
Dios, nadie querrá alcanzar y objetivar el bien moral, el hombre futuro debe
estar consciente que la voluntad de destruir será tan fundamental como la
voluntad de crear. Algo que es muy cierto en el mundo capitalista.
La teoría de la verdad
Segundo, con la muerte de Dios se terminará el deseo por alcanzar la verdad, nadie se esforzará más por lograrla. La búsqueda de la verdad, incluso la científica, tiene secretamente como base el pensamiento religioso. El científico no querría mentir porque era inmoral. Pero como no existe más la verdad absoluta, no hay más verdad en las cosas. El engaño será parte de la vida cotidiana; la verdad será manipulada.
Además la
verdad es para él una sutil invención de los filósofos decadentes e incapaces
de enfrentar y relacionarse sanamente con el mundo del devenir. Hay ciertas
invenciones que tienen consecuencias prácticas positivas, esas son las que se
mantienen, las demás se van desechando.
Todas las verdades en su criterio son ficciones, las cuales se convierten en interpretaciones, no de hechos pues no existen —solo hay interpretaciones— y desde una cierta perspectiva. Y estas interpretaciones se quieren imponer, y son las del poderoso las que se imponen, aunque no siempre.
El poder del hombre superior representa la vida ascendente y
la fuerza aparente de la masa la vida descendente. Copleston encuentra
interesante como Nietzsche anticipa a John Dewey en su visión pragmática de la
verdad.
Tercero, con la muerte de Dios, el hombre vuelve a ser considerado como un animal más, ya que no tiene voluntad por la verdad y la belleza. Él se ha dejado llevar por la vida mental y se ha alejado de sus instintos básicos, vitales. Nietzsche quiere concientizar al mundo de que no son la ficción que la iglesia y la visión decadente del mundo les ha hecho creer.
Somos animalitos, como cualquier otro, pero con una voluntad de
poder, abrirse un espacio vital entre la tierra no supone un acto de indecible
maldad. No somos santos, somos bestias
jugando a ser humanos.
Cuarto, sin Dios la vida se vuelve, para el hombre antes creyente, un martirio sin sentido. El hombre próximo será su propio torturador; el mundo sin Dios es un caos, los valores son ficciones que ayudan a prolongar la existencia en vano.
El nihilismo se impondrá, todo merece
perecer, el ser humano sin Dios es un monstruo según Pascal; esto ya se cumplió
diría Nietzsche. Pero ese horizonte depresivo es la realidad, es la naturaleza
del hombre. Su deseo más profundo es dominar y controlar a las fuerzas débiles
de la naturaleza para manipularlas a su favor.
La muerte de Dios causó, como se puede colegir de algunos de sus más famosos aforismos, en Frederick Nietzsche un terrible dolor pues es una de las ficciones más grandes que han existido y como tal ayuda a darle un poco de sentido a esta trágica existencia.
En la Gaya Ciencia
expone el sufrimiento que esto supuso para él, pero como quiso ser fiel a la
vida y a sus principios filosóficos, tuvo que aceptar que tal muerte era no
sólo necesaria, no había otra opción, Dios o la vida o sea la voluntad de poder;
y él, como es evidente, eligió claramente la segunda.
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