jueves, 10 de septiembre de 2020

¿Queremos encontrar la verdad y luego soportarla?

Un comentario general sobre lo que es la Teoría MARXISTA by Víctor Salmerón
Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay 



Bien decía Friedrich Nietzsche que “cada quien alcanza la verdad que es capaz de soportar”. Cuanta verdad hay en eso. Es cierto que él no fue un gran científico, físico o matemático, pero fue, guste o no, un gran ontológo. Para ser franco, estoy en contra de casi todas sus doctrinas, pero ante él me quito el sombrero, creo que es el mejor ejemplo de cómo se pueden decir cosas muy profundas manteniendo la belleza en el escrito —lo estético— y sin perder en ningún momento el rigor intelectual. 


En todo caso, vamos al grano. Pensando en ese aforismo, me puse a reflexionar un rato sobre nuestra sociedad salvadoreña y concluí con esto: como le queda a la medida esa camisa a nuestra gente.



 La verdad objetiva 



La verdad objetiva, aquella que no se derrite ante el calor inconmensurable de los hechos categóricos, en el actual momento histórico, es la que menos importa. Pareciera que la tarea favorita de la mayoría de los salvadoreños consiste básicamente en una cosa: escudar dogmas infundados; y entre más absurdos y estúpidos sean, con más ahínco y pasión desbordada son defendidos.


 La verdad, que dicen tener, yace despedazada y bien muerta desde hace mucho; los de la ANEP tienen un pedazo, los de la izquierda otro y los de Bukele se conforman con el resto.


 La verdad es, en este momento en nuestro país, como el cadáver de un animal disputado por toda suerte de aves de rapiña; aquella está disgregada en las fauces de todos estos buitres indignos, dignos sólo para ser llevados al paredón de fusilamiento. Todos los políticos, por inicuos desmesuradamente que sean, dicen tener el monopolio de la verdad, pero ¿es que la verdad teórica que alcanza un partido es la exactitud total?



La mentira 



Algo que está profundamente arraigado en nuestra sociedad es la falta de amor por la verdad. En consecuencia, tenemos como pan de cada día mentira y más mentira. Existe además una desidia colectiva para objetivarla. Ir en dirección opuesta a la verdad, es lo mejor que hemos sabido hacer durante tantos años, ya recorrimos lo suficiente. Y los resultados no se han hecho esperar. 


Un país donde la verdad sea puesta en el último lugar, y la mentira sea cargada en procesiones, como las del Domingo de Ramos, que no espere recibir buenos resultados. Los políticos que tenemos son, por así decirlo, como el fruto de las peores simientes que hemos sembrado y que hoy cosechamos. 


No es de extrañar que sean nuestros enemigos, pues ellos son esos monstruos que hemos creado con la supuesta buena consciencia; son nuestras pesadillas: el ser de ellos, su buena vida, es la no vida de la clase proletaria.


No es de extrañar que una sociedad como la nuestra, gravemente enferma y desahuciada, esté tan inclinada a la práctica de cosas execrables y predispuesta a odiar, dañar y matar si es posible al otro, a su propio hermano. De una sociedad que tiene como fundamentos o bases para sostenerse emociones tan alejadas de la virtud como el odio, la venganza, la envidia y la mentira es pues necio e irracional esperar otra cosa de ella que no sea injusticia. 


Tenemos una sociedad necrófila, amante de la muerte y de todo lo nocivo. Por eso no me sorprende que tanta gente salvadoreña haya estado dispuesta a sacrificarse, como lo hicieron también en el pasado, a Moloch por unos cuantos pesos en esta pandemia.


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Bukele: ¿está a la altura de nuestra sociedad?


Que Nayib Bukele sea un hombre multitudinario y ampliamente aceptado por un gran sector de nuestra población es algo que a mí no me asombra en absoluto. Cayó en buena tierra. Nuestra sociedad está siempre abierta a recibir y subsumir todo lo malo, lo nocivo, lo destructivo y, por lo mismo, la mentira. No se le puede mentir a un amante de la mentira.


 Lo que Bukele ha dicho es lo que la gente que ama la mentira quería oír, no hay misterios. Ya se cansaron de que los partidos tradicionales les engañen y mientan, hoy quieren escuchar mentiras más frescas, más “cool”. Que sus seguidores llamen panfleto al Faro, parece un chiste de mal gusto, para ellos no lo es. 


Pero no sitúan en la misma categoría a la amplia red de medios de comunicación afines a la ideología hipócrita del gobierno, aquellos son verdaderos comunicadores, sí claro, pero el periodismo serio, no. Es una burda inversión de la realidad, pero en este momento lo que impera es el desaforado apego por la mentira y por todos los productos que derivan de ésta. Cada sociedad alcanza la verdad que es capaz de sobrellevar, la nuestra ha hecho lo suyo.



Cómo sostuve en un artículo que publiqué hace unos días “muchas veces la verdad se esconde detrás de las apariencias y solo con un esfuerzo desmedido de abstracción y con un espíritu decidido a soportar el peso de aquella podrá alguien ser capaz de verla en su movimiento dialéctico". 


 Concluyo diciendo esto: una sociedad profundamente necrófila y afectuosa en exceso con la mentira no se merece algo mejor que Nayib Armando Bukele Ortez.


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